EL BOOM DEL RUNNING
En los años 1960 y 1970, fue el cross country (o “campo a través”, con el palentino Mariano Haro como estrella española). Luego, cuando esta práctica deportiva
pasó a los parques y calles de las ciudades, se extendió el uso del término footing y, más tarde, el de jogging. Ahora es #running el término que utilizamos para
denominar lo que es simplemente “correr”.
“¡Corre Forrest… corre!” y Forrest
Gump no paraba de correr. Tras él, por efecto imitación, una hilera de
corredores le seguían sin saber muy bien por qué lo hacían. Yo llevo cincuenta
años corriendo sin parar, desde que comencé a practicar el cross allá por mediados de los años 1960, y aún sigo disfrutando de
un deporte que me apasiona.
Hace unos días un amigo, también
corredor, pero de maratones y carreras populares, me preguntaba, en un programa
de radio, cuáles eran las razones que, desde el punto de vista del sociólogo,
explicarían el boom del running. Las improvisé en esa
conversación radiofónica, y ahora, algo más organizadas, las comparto en mi
blog.
Los especialistas deportivos dirían que, mientras el jogging hace referencia a correr a trote (a ritmo lento) sin afán competitivo, el running implica un mayor ritmo de carrera y una cierta preparación física. Sin embargo, a los efectos de este breve texto, no haré distinción entre ambas palabras. Simplemente usaré de un modo general el término running para calificar de un modo genérico la práctica de correr por las calles y los parques de las ciudades.
Los especialistas deportivos dirían que, mientras el jogging hace referencia a correr a trote (a ritmo lento) sin afán competitivo, el running implica un mayor ritmo de carrera y una cierta preparación física. Sin embargo, a los efectos de este breve texto, no haré distinción entre ambas palabras. Simplemente usaré de un modo general el término running para calificar de un modo genérico la práctica de correr por las calles y los parques de las ciudades.
Un deporte
libre e individual, aunque también gregario
Correr quizá sea, junto con el
montañismo, una de las prácticas deportivas más libres e individualistas que existen. Uno puede correr
cuando y donde quiera, sin depender de nadie para hacerlo, como ocurre, por el
contrario, con los deportes de equipo. Se puede correr de noche, al amanecer,
de día, por la tarde, con lluvia o con un sol de justicia. Uno puede correr por
las calles de una ciudad, en un parque, por una carretera, por un camino rural.
Correr
es sinónimo de libertad. Cualquier sitio es bueno. Basta ponerse unas
zapatillas apropiadas (no tienen que ser caras) y un atuendo deportivo adecuado (pantalón y camiseta de esas usadas que uno guarda en el
armario). El coste económico es mínimo, a diferencia de otros deportes, que
exigen un desembolso económico considerable.
Pero también es un deporte que,
si uno lo desea, puede practicarlo en grupo. No hay reglas para ello. Por eso, es también un deporte gregario, que no es lo mismo que de equipo. Uno se
integra libremente en un grupo de corredores sin que ello le obligue a nada.
Puede incluso integrarse en una multitud en las carreras populares sin perder
la individualidad, ya que uno corre a su ritmo sin preocuparse de lo que hagan
los demás. Es sólo el placer de sentirse acompañado corriendo por las calles de
la ciudad.
Un deporte sano,
natural, solidario y no competitivo
Correr es la práctica deportiva
más natural. No exige aprendizaje alguno, ya que sólo tenemos que utilizar las
capacidades que nos ha dado la naturaleza desde que el ser humano perseguía a
los animales para cazarlos o huía de los depredadores. Por eso, iniciarse en el
running es lo más fácil del mundo,
sólo se necesita voluntad.
Basta con unos buenos ejercicios
de precalentamiento y de postcarrera para poder practicarlo sin
riesgo de lesión. Si uno dosifica el esfuerzo en función de sus capacidades
físicas, y no se lo toma de manera obsesiva, el running es un deporte
sano y saludable, tanto física como mentalmente. Ayuda a cuidar nuestro cuerpo,
relaja nuestra mente, nos hace autodisciplinados (la constancia es condición
para una buena práctica del running)
y mejora nuestra autoestima al comprobar que somos capaces de alcanzar retos,
siempre que éstos sean razonables.
Es, además, un deporte natural,
en el sentido de que se practica por escenarios que no exigen construcciones
artificiales para ello (ni estadios, ni pistas, ni piscinas cubiertas, ni canchas,…). Los corredores
agradecemos si en un parque se habilita algún circuito para correr, pero no es
necesario. El contacto con la naturaleza forma parte del running: la brisa del mar, el aire fresco de la mañana, el paisaje
de un atardecer, una puesta de sol,… son elementos que pueden ser disfrutados
mientras se corre.
Aparte de los pocos runners que participan en las carreras
populares con el objetivo de lograr algún trofeo, la práctica del running no es competitiva. Uno no corre
para vencer a los demás, sino para lograr un reto personal (llegar a la meta,
bajar una marca,…) y disfrutar del mero hecho de correr, lo que no significa
que no haya sufrimiento. Entre el dolor y el placer hay una línea muy fina de
separación, y los runners saben muy
bien a lo que me refiero.
Salvo para los que compiten hasta jugando a las
canicas, la ausencia de competitividad es lo que convierte al running en un deporte solidario, ya que
no ves al otro como un competidor, sino como un compañero que se plantea el
mismo reto que tú (llegar a la meta).
Un deporte popular,
universal y de intercambio cultural
El running es también un deporte muy popular, que no discrimina a
nadie. Los niños, los jóvenes, los mayores y hasta los abuelos, pueden
practicarlo según las capacidades de cada uno. Todo es cuestión de saber dónde
están nuestros propios límites. Hasta personas con alguna discapacidad pueden
incluso practicarlo ayudándose de algún artificio (sillas de ruedas o similares), como puede observarse en la
participación de discapacitados físicos en las carreras populares.
Al ser un deporte fácilmente
imitable (el ejemplo de Forrest Gump) se ha convertido en una práctica
universal que se extiende por todo el mundo. Uno puede encontrarse con
corredores en plenas calles de tu ciudad practicando running, sin tener necesidad de acudir a ninguna cancha o estadio
deportivo para contemplarlo. Eso, junto con la facilidad de su práctica,
provoca un efecto de imitación (si ése puede correr, por qué yo no), lo que
explica su universalización. En cualquier parte del mundo puedes ver gente
corriendo, y unirte a ellos como si tal cosa.
Ese carácter universal del running lo convierte en un deporte donde
se puede combinar la práctica deportiva y el turismo. Al participar en las
miles de carreras populares que se celebran cada año en los lugares más
recónditos del mundo, los corredores conocen nuevas ciudades mientras practican el running por sus calles, y cuando finaliza la carrera
aprovechan para visitar la ciudad con sus acompañantes (amigos o familiares).
Además de que no hay edad para
practicarlo, un hecho importante es que ha posibilitado la masiva incorporación
de las mujeres a la actividad deportiva. Hace tres décadas, era raro encontrar,
al menos en España, mujeres que practicaran deporte, y mucho menos en el
atletismo. Eran, por supuesto, auténticas excepciones. En el cross country, recuerdo como un caso excepcional el de la aragonesa Carmen
Valero, campeona del mundo en 1976 y 1977.
Pero
gracias al boom de las carreras
populares, la participación de las mujeres ha ido creciendo de forma
exponencial, y hoy se las puede ver como algo normal en cualquier maratón o
media maratón de las que se celebran en nuestro país. Además, el running quizá sea el único deporte en el
que hombres y mujeres pueden participar conjuntamente, sin división sexual
alguna. Al no ser un deporte competitivo, la diferencia de sexo no es un factor
que discrimine. Es más, la práctica del running
por las mujeres suele arrastrar a su pareja, y suele ser habitual que hombres y
mujeres lo practiquen conjuntamente.
Un deporte
transgresor y festivo
A pesar de su simpleza, el #running es un deporte transgresor, en el
sentido de que rompe con las reglas habituales de la vida cotidiana. Al ponerse
las zapatillas de correr, colocarse el pantalón corto, el maillot y la
camiseta, el corredor se libera de la
rigidez de su vida laboral, se quita la chaqueta y la corbata, y durante una
hora se lanza a una experiencia de liberación y superación personal.
Es una experiencia en la que, a
modo de psicoterapia, el corredor hace
un alto en el camino, abandona el ordenador, desconecta las llamadas del
teléfono móvil, reflexiona sin prisa sobre su vida o simplemente se deja llevar
disfrutando del momento, dejándose atrapar por el canto de unos pájaros, por el
silencio del entorno, por la lluvia o la nieve que cae sobre el terreno que
pisa, o por la música que escucha en su dispositivo de audio.
En las carreras populares,
la transgresión es aún mayor. Por un día, los #runners toman las calles de la ciudad y relegan a un segundo plano
el dominio implacable del automóvil. El carácter festivo de algunas carreras
populares (como la San Silvestre del día 31 de diciembre) es incluso una
oportunidad para que los corredores se disfracen con las indumentarias más
variopintas, llevando la transgresión hasta su máximo nivel.
En definitiva, el boom del running se debe a muchos factores, cada uno de ellos importante en
alguna medida. En este breve texto sólo he expuesto algunos de ellos, dejando fuera del análisis la influencia que puede estar teniendo la inversión en publicidad de las marcas deportivas, ya que, en mi opinión, influye no sólo en el running, sino en todos los deportes.
Creo que es un deporte que está aquí para quedarse, dada su
facilidad para practicarlo, su bajo coste económico, el efecto imitación que
produce y su adaptación a las necesidades de expansión y esparcimiento que
tiene la población en las modernas sociedades urbanas. Sólo se necesitan unas
zapatillas (no necesariamente caras), un atuendo sencillo para correr, un buen
ejercicio de precalentamiento, unos retos asequibles (en cuanto a distancia y
ritmo de carrera) y seguir los consejos de los fisioterapeutas (los mejores
amigos del #runner).
Ah, por cierto, y cuando el cuerpo no aguante los esfuerzos del running (pues llegará un día en que nuestro cuerpo diga ¡basta!), nos pasamos al footing, que consiste simplemente en "andar rápido" y que es también un ejercicio de lo más saludable.
Ah, por cierto, y cuando el cuerpo no aguante los esfuerzos del running (pues llegará un día en que nuestro cuerpo diga ¡basta!), nos pasamos al footing, que consiste simplemente en "andar rápido" y que es también un ejercicio de lo más saludable.