¿HAY ALTERNATIVA VIABLE POR LA IZQUIERDA?
Fracasado el intento de Rajoy de ser investido
Presidente de Gobierno, el líder del PP insiste en perseverar en el intento,
con el argumento (poco consistente) de que él obtuvo 137 escaños y casi ocho millones de
votos. Y digo poco consistente porque en los sistemas parlamentarios como el español, los
que obtienen los escaños y los votos son los partidos, no sus presidentes o
secretarios generales. Y esto vale también para Pedro Sánchez, Pablo Iglesias y
Albert Rivera.
En el caso de Rajoy, es verdad que obtuvo un
importante porcentaje de votos en la circunscripción por la que se presentó
(Madrid), pero el cómputo final referido a toda España corresponde al PP no a
su presidente.
Es por eso que los máximos dirigentes de los
partidos políticos no pueden esgrimir ningún derecho a ser candidatos para
someterse a la sesión de investidura, ya que ésa es una decisión que le
corresponde adoptar a los órganos directivos de cada partido valorando la
idoneidad del candidato para obtener la mayoría parlamentaria.
Por eso, fracasada la candidatura de Rajoy, el PP podría elegir a otra persona para una nueva sesión de investidura. Por ahora, el PP apoya sin fisuras a Rajoy, pero no se sabe por cuánto tiempo mantendrá ese “prietas las filas” si necesitara mover alguna ficha para lograr más apoyos de los obtenidos en la pasada sesión.
Por eso, fracasada la candidatura de Rajoy, el PP podría elegir a otra persona para una nueva sesión de investidura. Por ahora, el PP apoya sin fisuras a Rajoy, pero no se sabe por cuánto tiempo mantendrá ese “prietas las filas” si necesitara mover alguna ficha para lograr más apoyos de los obtenidos en la pasada sesión.
Sea como fuere, lo cierto es que se abre un nuevo
escenario donde caben otras opciones alternativas. Una de ellas es que el PSOE
intente, de nuevo, construir lo que denomina una “mayoría progresista por el
cambio” con el apoyo (activo o pasivo) de Cs y de Pdms. Pero, dado que se
mantiene el veto entre Cs y Pdms, no parece probable que Pedro Sánchez vuelva a
intentar esa fórmula, aunque nunca se sabe, dadas las nuevas circunstancias y
la amenaza de unas terceras elecciones. Para evitarlas, cabe incluso la posibilidad, como una variante de esa opción, que el PSOE gobierne en minoría con sólo sus 84 diputados tras lograr que Cs y Pdms apoyen al candidato socialista en la investidura, pero sería un gobierno tan débil y sometido a una triple pinza, que dudo que el propio PSOE se atreva a intentarlo.
Otra opción es que la alternativa al PP la intente el PSOE por la izquierda, mediante una alianza con Pdms e IU. Dicha alianza, al sumar sólo 156 escaños, necesitaría, además, para superar la investidura, el apoyo de los partidos nacionalistas (algunos con claras estrategias independentistas). A esta opción es a la que quiero dedicarle algunas reflexiones.
Desde la aritmética, las cuentas podrían salir. Por
tanto, una alternativa de izquierda (PSOE, Pdms e IU, con el apoyo en la
investidura de los grupos nacionalistas) es posible, y además legítima. Pero en
términos políticos, cabe preguntarse si es viable y conveniente que, con los
actuales mimbres, la izquierda forme un gobierno alternativo al del PP. En mi
opinión, hay razones para dudar de su viabilidad y conveniencia.
La primera duda radica en la profunda desconfianza
que existe entre los socios de la posible coalición de izquierda. Es una
desconfianza que incluso ha aumentado tras la desgraciada experiencia de la
pasada y corta legislatura, en la que la actitud negativa de Pdms, y especialmente
de su líder Pablo Iglesias (obsesionado por el sorpasso), hizo naufragar el intento de PSOE y Cs de formar un
gobierno por el cambio.
Una segunda razón para dudar de esa alternativa se
debe a que los partidos de la posible coalición de izquierda están sumidos,
tras los malos resultados del 26-J, en crisis internas que deben resolver antes
de aceptar responsabilidades de gobierno. El PSOE ha caído a los más bajos
resultados de su historia y necesita una renovación profunda, mientras que Pdms
e IU aún se preguntan por las causas de que no le haya funcionado la coalición
“Unidos Podemos”.
Hay finalmente una tercera razón, y es la escasa
fiabilidad que ofrece Pdms como socio de gobierno al ser todavía un partido
internamente poco cohesionado. No olvidemos que Pdms es el resultado de la
confluencia de, al menos, cinco plataformas políticas (mareas) que aún no han
sabido construir estructuras políticas idóneas para ejercer con eficacia el
papel que le corresponde en un sistema de democracia representativa como el
nuestro. Eso le llevará su tiempo y un rodaje parlamentario (en forma de pactos y acuerdos entre fuerzas políticas) que aún no tienen los dirigentes de Pdms. Su experiencia en los gobiernos locales y regionales es aún limitada. Recordemos que el PSOE dirigido por Felipe González perdió dos elecciones antes de su victoria en octubre de 1982.
Por todo ello, en momentos de crisis económica como la actual, cuando
habrá que continuar haciendo recortes severos e impopulares y cuando el margen
de maniobra en materia de política económica es muy escaso, no acabo de
entender qué ventajas puede tener para la izquierda formar un débil gobierno de
coalición entre una amalgama de partidos y plataformas políticas, que, nada más constituirse, tendrá que gobernar en un escenario económico muy restrictivo y que deberá gestionar complejas reivindicaciones soberanistas (especialmente, la catalana). ¿Le
merecerá la pena a la izquierda el esfuerzo y el coste político de tener que
aplicar políticas de ajuste en las que no cree? ¿Podrá soportar las presiones
soberanistas un gobierno tan dispar y con tan diferentes sensibilidades internas
sobre la articulación territorial de nuestro país?.
El objetivo común de expulsar a Rajoy del gobierno
no es suficiente argamasa con la que construir un proyecto político de cambio.
Se necesita algo más sólido, y eso, a día de hoy, no existe en una posible
alianza PSOE-Pdms. Creo, por tanto, que, en esas circunstancias, sería más
conveniente para la izquierda estar en la oposición sirviendo de aglutinador de
las demandas sociales y estableciendo puentes y relaciones de confianza entre
sus dirigentes para la construcción de futuras alianzas.
En tal situación, y si el Comité Federal rechaza pactar
con Pdms, al PSOE sólo le cabe o abstenerse para facilitar un gobierno del PP
(con o sin Rajoy), o mantener su negativa y quedar abocado a nuevas elecciones
en diciembre, o esperar a que el actual trilema se lo resuelvan los resultados
de las elecciones vascas.
En el caso de que decida abstenerse, cabe preguntarse
si le conviene al PSOE poner precio a esa abstención o debería sólo hacerlo por
razones de gobernabilidad sin pedir nada a cambio. Ambas opciones tienen sus
pros y sus contras.
En principio puede parecer más lógico exigirle al
PP un precio por la abstención en forma de reformas pactadas, tal como planteé
en mi anterior artículo (ver texto publicado en el blog el pasado 9 de julio).
Pero eso implica, de algún modo, hacerse cómplice de esas reformas sin tener la facultad de
desarrollarlas al renunciar a formar parte de un gobierno de coalición. Dada la
desconfianza que el PP le genera al PSOE, implicarse en ese compromiso tiene
sus riesgos si el PP no cumple lo acordado. Y entonces, el PSOE sería blanco de
las críticas de Pdms (vosotros, los socialistas, fuisteis ingenuos y sois
ahora los responsables de que un PP corrupto siga en el gobierno cuatro años
más).
Por eso, no les falta razón a los que piensan que si el PSOE optara
por la abstención lo debería hacer sin exigirle al PP nada a cambio, en aras sólo de la
gobernabilidad y pensando en evitar unas terceras elecciones. En tal caso, el
PSOE tendría las manos más libres para ejercer de primer partido de la oposición
y resistir los embates de Pdms. Pero esto es algo que tendrán que valorar los dirigentes socialistas llegado el caso.
En definitiva, la izquierda no está en condiciones de ofrecer una alternativa viable y consistente al PP. Puede desempeñar un papel más útil y positivo desde la oposición en unas circunstancias en las que la función del Parlamento será más importante en sus tareas de control y de iniciativa legislativa.
Manque me duela coincido básicamente con tu diagnóstico. El PSOE debería intentar sacar contrapartidas para "vender" la abstención a sus votantes y simpatizantes, que no va a ser nada fácil venderselo
ResponderEliminarGracias Jorge. Tengo dudas sobre si, a estas alturas, le conviene al PSOE poner precio a su abstención o darla sin nada a cambio. Como digo en mi artículo, ambas opciones tienen su pro y su contra.
EliminarCreo que si el PSOE facilita la investidura de Rajoy esta muerto y si ademas el motivo es considerar que dadas las dificultades de la legislatura es la mejor opcion, entonces casi que ni siquiera me importa, porque se les vota para que traten de hacer algo ahora, con las circunstancias que tenemos mo con otras, si no se atreven o no tienen la suficiente determinación pues quizas no estaria de más que no estuvieran
ResponderEliminarGracias Rafa por tus comentarios. Tu tesis es la que ha planteado Soledad Gallego en su columna de El País del domingo. Es obvio que si el PSOE hubiera sido el partido más votado o con posibilidad de armar una mayoría estable, no podría hacer dejación de su responsabilidad y tendría que asumir la responsabilidad de gobierno, aunque la coyuntura sea difícil. Pero la situación actual es que solo tiene 84 diputados y la alianza con Pdms es insuficiente para superar la investidura, debiendo apoyarse en los partidos nacionalistas. Además, no existe confianza entre los dirigentes socialistas y podemitas, y tanto PSOE como Pdms están sumidos en crisis internas que deben resolver antes de enfrascarse en la formación de un gobierno. Con esos mimbres, en la oposición la izquierda lo haría mejor.
EliminarGracias Rafa por tus comentarios. Tu tesis es la que ha planteado Soledad Gallego en su columna de El País del domingo. Es obvio que si el PSOE hubiera sido el partido más votado o con posibilidad de armar una mayoría estable, no podría hacer dejación de su responsabilidad y tendría que asumir la responsabilidad de gobierno, aunque la coyuntura sea difícil. Pero la situación actual es que solo tiene 84 diputados y la alianza con Pdms es insuficiente para superar la investidura, debiendo apoyarse en los partidos nacionalistas. Además, no existe confianza entre los dirigentes socialistas y podemitas, y tanto PSOE como Pdms están sumidos en crisis internas que deben resolver antes de enfrascarse en la formación de un gobierno. Con esos mimbres, en la oposición la izquierda lo haría mejor.
EliminarCasi es un delirio pero si el psoe (partido) negociara con pp (partido)su abstencion, siempre que éste cambie de candidato poniendo la responsabilidad de ir a nuevas eleccióne en el propio Rajoy. Es el único triunfo que le serviría a Sánchez. Y claro, estamos hablando de la piña pp...
ResponderEliminarGracias Ana por tus comentarios. Ya digo en mi artículo que los votos no son de los candidatos, sino de loa partidos, y son éstos loa que deciden cual de sus diputados es el más idóneo para superar la investidura. ¿Cambiará el PP de candidato? Lo dudo, pero eso ayudaría a que el PSOE se abstuviera.
EliminarCoincido en líneas generales con la opinión del artículo. El PP apoyó sin condición alguna al PSOE para que gobernase en el País Vasco, sencillamente por responsabilidad institucional y por el principio básico y fundamental de salvaguardar la unidad de España (no hay nada más progresista y solidario que esto último). En la conyuntura económica actual, con un país empezando a despegar pero con mucho por hacer aun, el PSOE debería abstenerse para permitir la gobernabilidad y aprovechar para reconstruir un proyecto político que actualmente es una escombrera. Pero el problema es que esto lo saben todos los socialistas menos Pedro, el breve.
ResponderEliminarEste comentario ha sido eliminado por un administrador del blog.
ResponderEliminar