#PRIMARIAS EN EL #PSOE
La ola participativa es el signo imparable
de los tiempos, y algunos de los viejos partidos acostumbrados a la cultura representativa, se suben, de forma precipitada e incluso oportunista, a esa ola de la participación directa de la militancia.
Como una especie de huida hacia adelante, los partidos socialdemocratas buscan en las primarias ese bálsamo de Fierabrás que les haga salir de la crisis en que están sumidos en un escenario tan complejo como el actual marcado por la globalización económico-financiera, el avance de la robótica en los procesos de producción, la precarización del empleo y el aumento de la desigualdad.
Sin embargo, hay serias dudas sobre la utilidad de introducir primarias en partidos de cultura representativa sin llevar a cabo previamente reformas que adapten su modelo de funcionamiento a la cultura participativa. En casos así, las primarias dividen más que unen, creando dentro de los partidos políticos disrupciones internas de difícil solución.
Como una especie de huida hacia adelante, los partidos socialdemocratas buscan en las primarias ese bálsamo de Fierabrás que les haga salir de la crisis en que están sumidos en un escenario tan complejo como el actual marcado por la globalización económico-financiera, el avance de la robótica en los procesos de producción, la precarización del empleo y el aumento de la desigualdad.
Sin embargo, hay serias dudas sobre la utilidad de introducir primarias en partidos de cultura representativa sin llevar a cabo previamente reformas que adapten su modelo de funcionamiento a la cultura participativa. En casos así, las primarias dividen más que unen, creando dentro de los partidos políticos disrupciones internas de difícil solución.
Eso es lo que le está ocurriendo al PSOE, un partido roto tras la crisis del 1 de octubre del año pasado durante el Comité Federal (las “idus de octubre” como las llama Borrell en su último libro). Sin haber aprendido la
lección del conflicto que se originó hace ya veinte años con la disputa
Almunia-Borrell, afronta de nuevo unas elecciones primarias sin modificar suficientemente los estatutos para resolver el problema de la
doble legitimidad que comporta elegir por primarias al secretario general del partido, elegir a los órganos ejecutivos mediante delegados y designar por el Comité Federal al candidato a las elecciones.
Tres candidatos muy diferentes compiten. Dos de ellos
(Pedro Sánchez y Susana Díaz) enfrentados política y personalmente y decididos
no sólo a no pasar página de aquellos aciagos acontecimientos, sino a utilizarlos
como fuente de legitimidad de sus respectivas posiciones, tal como se ha puesto
de manifiesto en el debate del lunes 15 de mayo en la sede de Ferraz. El tercer
candidato (Patxi López) se presenta, por el contrario, con un mensaje de
conciliación remarcando la necesidad de superar las tensiones de aquel
bochornoso día y de establecer puentes que puedan coser un partido tan dividido
como el PSOE de hoy.
Lamentablemente, la dinámica de polarización que
suele acompañar a las primarias en todo partido que las aplica, deja poco
espacio a candidatos, como Patxi López, que abogan por el diálogo y el debate racional,
imponiéndose una lógica de enfrentamiento entre facciones que produce desgarros
difícil de coser después.
La opción de Patxi López es, en opinión de muchos analistas, la única con capacidad para curar las heridas abiertas en el PSOE, ya que fue leal con el secretario general cuando estuvo en la Ejecutiva de Pedro Sánchez, y fue también leal con la Comisión Gestora cumpliendo la decisión de abstenerse en la investidura de Rajoy. Además de haber tenido una trayectoria impecable como lendakari, es el único de los tres candidatos que es diputado, lo que tiene gran importancia en un sistema parlamentario como el nuestro.
Sin embargo, en la lógica de facciones que impera hoy en el PSOE, la opción serena de Patxi López pierde enteros conforme se aproxima el día 21, fecha de las votaciones, y eso a pesar de que en su intervención en el debate del pasado lunes emergió por encima de la confrontación personal de Pedro Sánchez y Susana Díaz, presentándose como el candidato capaz de apaciguar al partido socialista. No obstante, aunque, en un gesto de coherencia, Patxi López ha dicho que no se retira, la posición de los que ahora le apoyan y le han avalado puede ser decisiva si éstos deciden finalmente darle utilidad a su voto decantándose por uno de los otros dos candidatos.
La opción de Patxi López es, en opinión de muchos analistas, la única con capacidad para curar las heridas abiertas en el PSOE, ya que fue leal con el secretario general cuando estuvo en la Ejecutiva de Pedro Sánchez, y fue también leal con la Comisión Gestora cumpliendo la decisión de abstenerse en la investidura de Rajoy. Además de haber tenido una trayectoria impecable como lendakari, es el único de los tres candidatos que es diputado, lo que tiene gran importancia en un sistema parlamentario como el nuestro.
Sin embargo, en la lógica de facciones que impera hoy en el PSOE, la opción serena de Patxi López pierde enteros conforme se aproxima el día 21, fecha de las votaciones, y eso a pesar de que en su intervención en el debate del pasado lunes emergió por encima de la confrontación personal de Pedro Sánchez y Susana Díaz, presentándose como el candidato capaz de apaciguar al partido socialista. No obstante, aunque, en un gesto de coherencia, Patxi López ha dicho que no se retira, la posición de los que ahora le apoyan y le han avalado puede ser decisiva si éstos deciden finalmente darle utilidad a su voto decantándose por uno de los otros dos candidatos.
Así que lo más probable, y salvo sorpresas de última hora, es que todo se resolverá en
un cuerpo a cuerpo entre Pedro Sánchez y Susana Díaz, cada uno de ellos
erigiéndose, respectivamente, en adalid de la militancia o en depositaria del
legado socialista, con las “idus de octubre” como base de sus respectivos
relatos.
Pedro
Sánchez, el defensor de la militancia
Paradójicamente, Pedro Sánchez, que representa el
pasado inmediato del PSOE por haber sido secretario general durante tres años, se
presenta como el candidato del futuro. Apelando a los sentimientos de una
militancia indignada con el “aparato” por los hechos del pasado octubre, propone
un modelo de partido más participativo en el que los afiliados tengan voz en
las grandes decisiones estratégicas, algo que tendrá que cuadrar con la cultura
representativa y no asamblearia del PSOE.
El mensaje que difunden sus rivales de que Pedro
Sánchez llevó al partido a los niveles electorales más bajos, no es creíble, y
además es malintencionado. Los que así opinan no tienen en cuenta que la gestión de
Pedro Sánchez al frente del PSOE tuvo lugar en una etapa muy difícil, habiendo
heredado de Rubalcaba un partido roto y en horas bajas, y teniendo que competir
con nuevos partidos (Podemos y Cs). No quieren reconocer que la debacle
socialista se produjo con el propio Rubalcaba como candidato en las elecciones
de 2011.
No siempre un dirigente político tiene que dimitir tras una derrota electoral, ya que depende de las circunstancias en que se produce dicha derrota (si el partido ganador obtiene mayoría absoluta no es lo mismo que si no la consigue y hay opción a construir una mayoría alternativa) y depende también del grado de apoyo que sigue suscitando en la militancia (Felipe González perdió las elecciones de 1977 y 1979 y no por eso dimitió).
No siempre un dirigente político tiene que dimitir tras una derrota electoral, ya que depende de las circunstancias en que se produce dicha derrota (si el partido ganador obtiene mayoría absoluta no es lo mismo que si no la consigue y hay opción a construir una mayoría alternativa) y depende también del grado de apoyo que sigue suscitando en la militancia (Felipe González perdió las elecciones de 1977 y 1979 y no por eso dimitió).
Sin embargo, no comparto el discurso victimista con
el que, los partidarios de Pedro Sánchez, quieren presentarlo como el mártir de
una operación de acoso y derribo contra él por parte de sectores del PSOE vinculados
a los poderes fácticos (IBEX 35, grupo Prisa,…) Es una tesis conspirativa que
tiene mucho de paranoia. La política es lucha por el poder, y Pedro Sánchez,
quedándose en minoría en la Comisión Ejecutiva, perdió el pulso que echó al
Comité Federal en la citada tarde del 1 de octubre. Nadie lo echó ni lo
descabalgó de la secretaría general como quieren difundir sus partidarios, sino
que se arriesgó en la lucha por el poder, perdió y dimitió. Eso fue todo. Podría
haber terminado su carrera política esa noche, pero, al igual que otros
dirigentes dimitidos (como Felipe González en 1979 o ahora Matteo Renzi), lo
vuelve a intentar con serias posibilidades de lograrlo. Está en su derecho.
Utilizando de manera vaga la referencia a la
“izquierda” como seña de identidad de los socialistas, y apelando a una
estrategia frentista para descabalgar al PP (algo contradictorio con la
vocación de gobierno de un partido como el PSOE proclive siempre a la
colaboración con el principal partido de la oposición en asuntos de Estado),
Pedro Sánchez dirige su mensaje al corazón de la militancia. Sus discursos en
los mítines de campaña van cargados de emotividad porque sabe que muchos
militantes votarán con el corazón más que con la cabeza.
Poco interés ha tenido en debatir su programa político en caso de salir elegido, manteniéndose en una ambigüedad que puede volverse contra él. De hecho ha cambiado dos veces el contenido del programa, la última marcando distancias con Podemos para evitar que se le tache de “podemizar” al PSOE, e intentando aclarar, a duras penas, su posición inicial respecto al encaje constitucional del tema catalán y su definición de España como “nación de naciones”.
Poco interés ha tenido en debatir su programa político en caso de salir elegido, manteniéndose en una ambigüedad que puede volverse contra él. De hecho ha cambiado dos veces el contenido del programa, la última marcando distancias con Podemos para evitar que se le tache de “podemizar” al PSOE, e intentando aclarar, a duras penas, su posición inicial respecto al encaje constitucional del tema catalán y su definición de España como “nación de naciones”.
Es un enredo programático innecesario en el que se
ha metido Pedro Sánchez, por cuanto que el programa del PSOE es algo que tendrá
que aprobarse en el próximo congreso y la estrategia de alianzas le corresponde
al Comité Federal. Ha sido, por tanto, un exceso de transparencia que puede
costarle caro.
Susana Díaz,
la depositaria del legado socialista
Por su parte, Susana Díaz se presenta como la
candidata que recoge el legado de la historia socialista, habiendo sido
arropada por los dirigentes que han llevado las riendas del PSOE en los últimos
35 años (Felipe, Guerra, Zapatero, Rubalcaba, Borbolla,…) y por la mayoría de
los actuales “barones” regionales. En ese sentido puede calificársele como la
candidata “oficialista”, siendo ella misma la que dirige la federación andaluza
(la más importante del PSOE) y quien preside la Junta de Andalucía. Ejerce, por
tanto, de “primus inter pares” entre los “barones” que le apoyan.
Sin embargo, paradójicamente, esa demostración de
fuerza y su perfil “oficialista”, puede ser también su debilidad, ya que, a
pesar de su juventud, Susana Díaz es identificada por muchos jóvenes militantes
socialistas como una dirigente de la vieja escuela, como la candidata de un “aparato”
cuestionado por un amplio sector de la base social del PSOE, contribuyendo a
ello el modo como se ha comportado la Comisión Gestora en los últimos meses.
En contraste con la imagen serena de su presidente,
el asturiano Javier Fernández, el modo como se ha movido la Comisión Gestora no
es percibido por la militancia como imparcial. Extralimitándose en sus
funciones (que, según los estatutos del partido, deben ser provisionales y
centradas exclusivamente en la preparación de un congreso extraordinario que se
ha retrasado en exceso) y eligiendo un portavoz (Mario Jiménez) del grupo pretoriano
de Susana Díaz, la militancia percibe que la Comisión Gestora no ha dado la
imagen de neutralidad que hubiera sido deseable, sino todo lo contrario,
despertando en los afiliados la suspicacia de que ha actuado en favor de la
candidata andaluza. Ello ha redundado aún más en la consideración de Susana
Díaz como la candidata oficialista, alejándola de una militancia sensible a
todo lo que “huela” a manejos del “aparato” del partido.
El discurso de Susana Díaz apela a su vocación de victoria (algo obvio y común a los demás
candidatos) y a su experiencia ganadora, sin reconocer que obtuvo en Andalucía en 2015 más de cien mil votos menos que Griñán en 2012. También apela a sus orígenes obreros (algo que está cada vez menos en
sintonía con una sociedad interclasista como la española), a la defensa de la
unidad de España (con la ambigüedad suficiente para no entrar en los arenas
movedizas del federalismo) y a su voluntad de hacer del PSOE un partido
“reconocible” respecto a otros partidos (con la mirada puesta en la sombra de Podemos).
Este mensaje podría funcionar si se dirigiera al que ha sido en los últimos años el tradicional electorado socialista (bases rurales, mayores, de formación media/baja,…). Pero resulta que quien votará en las primarias no será ese cuerpo electoral, sino una militancia que se ha politizado a marchas forzadas en este último año de convulsiones y que desea una refundación del partido para que conecte con las aspiraciones y con la cultura de las nuevas generaciones. Esto explica que muchos afiliados no vean ni en la estética política de Susana Díaz y su grupo, ni en el contenido de su mensaje, lo más adecuado para sintonizar con una militancia cada vez más formada y exigente.
Este mensaje podría funcionar si se dirigiera al que ha sido en los últimos años el tradicional electorado socialista (bases rurales, mayores, de formación media/baja,…). Pero resulta que quien votará en las primarias no será ese cuerpo electoral, sino una militancia que se ha politizado a marchas forzadas en este último año de convulsiones y que desea una refundación del partido para que conecte con las aspiraciones y con la cultura de las nuevas generaciones. Esto explica que muchos afiliados no vean ni en la estética política de Susana Díaz y su grupo, ni en el contenido de su mensaje, lo más adecuado para sintonizar con una militancia cada vez más formada y exigente.
Su fulgurante carrera política (designada sucesora
por Griñán en el socialismo andaluz, pero soslayando de mala manera las
primarias que no tuvieron lugar), y su balance como presidenta de la Junta de
Andalucía, tras un pacto de gobierno, primero con IU y luego con Cs, no es para vanagloriarse.
La comunidad andaluza sigue sin resolver sus grandes problemas históricos (el alto nivel de paro, la baja renta per capita, el escaso tejido industrial,…) y, tras la apariencia de unidad, subyace en el PSOE-A una profunda desafección y un distanciamiento del electorado socialista (sólo hay que acudir a la serie histórica de las encuestas de diversos centros demoscópicos andaluces).
Su aún corto bagaje político, explica, por tanto, que no haya en amplios sectores de la militancia la sensación de que Susana Díaz será mejor secretaria general que Pedro Sánchez, ni de que, llegado el caso, será la mejor candidata para ganar las próximas elecciones.
La comunidad andaluza sigue sin resolver sus grandes problemas históricos (el alto nivel de paro, la baja renta per capita, el escaso tejido industrial,…) y, tras la apariencia de unidad, subyace en el PSOE-A una profunda desafección y un distanciamiento del electorado socialista (sólo hay que acudir a la serie histórica de las encuestas de diversos centros demoscópicos andaluces).
Su aún corto bagaje político, explica, por tanto, que no haya en amplios sectores de la militancia la sensación de que Susana Díaz será mejor secretaria general que Pedro Sánchez, ni de que, llegado el caso, será la mejor candidata para ganar las próximas elecciones.
Después del 21-M
Y después del 21-M ¿qué? No comparto los mensajes
apocalípticos que están acompañando a las primarias socialistas y que alertan
del riesgo de destrucción del PSOE.
Puede que sea verdad, como se dice, que, si gana Susana Díaz, muchos de los partidarios de Pedro Sánchez (en su gran mayoría militantes de base sin cargos orgánicos ni institucionales) se darán de baja en el partido y emigrarán a otros lares políticos. También que si gana Pedro Sánchez será más difícil que se produzca la salida del grupo derrotado, dada la condición de muchos de los miembros del grupo de Susana Díaz de ser cargos de responsabilidad en el partido o en las instituciones autonómicas, lo que les hará quedarse en una especie de “cohabitación” con el grupo vencedor.
Puede que sea verdad, como se dice, que, si gana Susana Díaz, muchos de los partidarios de Pedro Sánchez (en su gran mayoría militantes de base sin cargos orgánicos ni institucionales) se darán de baja en el partido y emigrarán a otros lares políticos. También que si gana Pedro Sánchez será más difícil que se produzca la salida del grupo derrotado, dada la condición de muchos de los miembros del grupo de Susana Díaz de ser cargos de responsabilidad en el partido o en las instituciones autonómicas, lo que les hará quedarse en una especie de “cohabitación” con el grupo vencedor.
Sin embargo, lejos de esos mensajes, tanto Patxi López, como los
dos candidatos con más opciones de victoria (Susana Díaz y Pedro Sánchez) son
políticos que han hecho su carrera en la estructura del partido, por lo que su
lealtad institucional no debe ponerse en duda.
Dado que, a la vista de lo ocurrido con los avales,
se prevé unos resultados muy ajustados, el único peligro de destrucción del
partido vendrá si después de las primarias no se produce la integración, sino
la exclusión, del grupo derrotado. Y ahí el sector de Patxi López podría
desempeñar un papel importante actuando como el pegamento necesario para
integrar al grupo de Pedro Sánchez y al de Susana Díaz, sea cual fuere el
derrotado tras las primarias.
Porque si el PSOE quiere recuperar el espacio
perdido y ser de nuevo alternativa de gobierno, va a necesitar reinventarse,
recogiendo, sin duda, el legado histórico del partido, pero introduciendo
también una nueva cultura política que sintonice con las generaciones jóvenes.
El PSOE que salga de las primarias ha de dar respuesta a los retos de la educación
en la era cibernética y presentar propuestas viables y creíbles sobre cómo
mantener el sistema de bienestar sin desequilibrar las cuentas públicas, sobre
cómo responder al desafío de la economía digital y sobre cómo ofrecer algún
tipo de garantía social a ese sector de la población que inevitablemente
quedará en el lado de los perdedores de la globalización económica (ver el
artículo de Ignacio Urquizu “Lo que decidimos los socialistas”, publicado en el
diario El País, el pasado 11 de mayo).
Y todo ello con una estrategia de partido con
vocación de gobierno, es decir, un partido dispuesto a alcanzar acuerdos con
todos los partidos del arco parlamentario, y no sólo con los de un sector del
hemiciclo. Da la impresión de que ninguno de los candidatos puede por sí solo
responder a esos retos, por lo que se hace más necesaria si cabe la integración
entre sus respectivos grupos tras el domingo 21 de mayo.
Una victoria excluyente de Pedro Sánchez sin
integrar a los demás grupos, situaría al PSOE en un espacio de izquierda
cercano a Podemos, que podrá ser del gusto de los militantes que lo han votado,
pero que le hará perder la simpatía del electorado centrista tan necesario para
ganar las próximas elecciones. Por su parte, una victoria igualmente excluyente
de Susana Díaz posicionaría al partido en un espacio percibido como más a la derecha, y
dejaría a su izquierda un amplio espacio libre para que lo ocupe Podemos.
De ahí que sea necesaria la integración tras el
21-M. La oportunidad para ello será con ocasión del congreso extraordinario,
donde dentro de un mes se dirimirá el futuro del PSOE. Porque, en contra de los
que afirman que las elecciones se ganan en el centro, soy de los que piensan
que se ganan ocupando previamente un espacio propio (a derecha, caso del PP, o
a la izquierda, caso del PSOE), para luego, desde esa posición clara y
reconocible, atraerse al electorado de centro con propuestas creíbles de cambio
y reforma.
Pero para ello, el PSOE necesita de las distintas “almas” que coexisten dentro de él,
ésas que hoy se reflejan en los tres candidatos, y que siempre le han
acompañado en la historia centenaria del partido.
Es difícil ser ecuánime en los momentos actuales, por eso se agradece un razonamiento sereno. No he visto el debate de esta mañana, pero cada vez que escucho las divergentes opiniones me pregunto ¿y qué programa tienen los candidatos para el conjunto del país? Creo que no se trata de coser el tejido hecho girones, sino reemplazarlo por una nueva identidad, acorde con los tiempos actuales y ninguno de los dos contrincantes está en plazo para eso.
ResponderEliminarGracias por compartir tus magníficas reflexiones
Gracias Ana por leer el texto.
ResponderEliminarMuchas gracias por la reflexión, que seguro compartimos muchos. Es cierto que unas primarias como las planteadas, abiertas, sin segunda vuelta, con un proceso de avales que radicaliza todavía más las diferentes posturas, y sobre todo, sin haber modificado los procesos posteriores a la elección del secretario general, pueden crear nuevos problemas sin resolver los existentes. Me refiero, por ejemplo, a todo el sistema de elección de delegados entre los militantes para participar en el congreso, que puede derivar en un nuevo proceso interno, parecido al de la búsqueda de avales, que desvirtúe totalmente el propio congreso. Espero que la voluntad de servicio al país, necesaria en cualquier persona que se dedique a la actividad pública, sea superior a las legítimas ambiciones personales de los candidatos con, a priori, más posibilidades de éxito. Y muchas gracias Patxi. Si no estuvieras ahí habría que inventarte. Ojalá ganes.
ResponderEliminarGracias por leer el texto. Comparto plenamente tus comentarios.
EliminarCoincido contigo en el análisis que realizas, tememos la división pero tambien es cierto que discutir sobre proyectos y programas y fijar posiciones respecto de los mismos es lo que ha enriquecido a la izquierda a lo largo de la historia. las diversas almas que conviven en el PSOE deben hacer un esfuerzo por entenderse, porque nuestro país necesita una organizacion que sepa dar respuesta a sus problemas actuales y que avance sobre lo que hacer en el futuro.
ResponderEliminarGracias por leer el texto.
EliminarCoincido contigo en el análisis que realizas, tememos la división pero tambien es cierto que discutir sobre proyectos y programas y fijar posiciones respecto de los mismos es lo que ha enriquecido a la izquierda a lo largo de la historia. las diversas almas que conviven en el PSOE deben hacer un esfuerzo por entenderse, porque nuestro país necesita una organizacion que sepa dar respuesta a sus problemas actuales y que avance sobre lo que hacer en el futuro.
ResponderEliminarAcertada descripción de la situación del PSOE. Enhorabuena por objetividad y capacidad de síntesis. En cinco días, siguiente capítulo. En mi opinión, el PSOE está andando su particular travesía por el desierto, que replicará tal cual el otro gran partido nacional cuando quede descabalgado del poder.
ResponderEliminarGracias por leer el texto.
ResponderEliminarDesde luego, un ejecicio de ecuanimidad y un interesante análisis, Eduardo. Hasta pronto.
ResponderEliminarGracias Leandro por leer el texto.
ResponderEliminarEs útil,Eduardo, querer interpretar la utilidad para la nación de un PSOE, centrifugado a la soviética, donde los intereses individuales de sus militantes lleguen a concordar en la elección de su máximo dirigente. Si, como bien expresas, es improbable la ecuánime utilidad del Secretario General para esos miles de militantes, ¿qué pueden interesarle a los millones de futuros electores?¿no tendremos muchos Valls el dia 22 celebrando el "RIP, RIP hurra"?
ResponderEliminarLa imagen que ofrecen, con los buitres nazionalistas encaramados en los árboles o en vuelo gratis al Africa no es el mejor augurio.
Aparte de la SS, quizá lo que sobre sea España
Muchas gracias. Un artículo objetivo, imparcial, tranquilo y agudo, como siempre. Efectivamente, no es lo mismo un movimiento asambleario que un partido político y lo vemos claramente el día de las elecciones, que los votantes dan su apoyo mayoritario a partidos sin democracia interna y otros con procedimientos asamblearios tienen un techo que no superan. Los votantes son los que mandan, pero algunos partidos sólo se preocupan de los militantes y se quieren convertir en movimientos ciudadanos, mientras que hay movimientos ciudadanos que se quieren convertir en partidos políticos. Es verdad que hay mucha incertidumbre, pero son tiempos fantásticos. Es muy divertido
ResponderEliminarEn el fondo todos nos percatamos de que el CAMBIO es tan bru-tal que se impone el DIÁLOGO como vía para NUEVOS PACTOS.
EliminarPasemos de estrategias,personalismos y de la esclerosis de los Partidos pues la actual "r-evolución" ha arrasado todo-
Macron puede sorprendernos con una 2ª Revolución Francesa.
Echemos mano de la RAZÓN y lleguemos al PACTO,pues día que pase seguirá desangrándose un tercio de nuestra población mientras el 20% de la misma ostentará el 80% de la riqueza.
Esas cifras más la corrupció reinante no van con el BIENESTAR SOCIAL. Angel Lz de Torre:18-o5.17 a las 18,30 h.
Nuestro País se está desangrando mientras los Partidos luchan entre sí,y ahora dentro de cada uno:"intelligenti pauca"porque dependen de la SOBERANIA de los votantes y no de sus militantes y estatutos,y no digamos que a su vez están encajados en 3 Poderes Independientes-falso-vista la actuación actual del Poder Ejecutiv
ResponderEliminarPor fin el PP admitela Educación Cívica y humanidades(lafilosofia
¿Dónde quedan la Moción de Censura,..Nueva Consitución y sus leyes orgánicas y de los Partidos, Territorial(Estado Federal9 etc que pongan en marcha un nuevo Pais después del franquismo y la transición...La Sociedad Civil debe imponérselo a laSociedad Política. Gracias Eduardo porque tu visión crítica es nítida.
Lo ocurrido en las dos últimas elecciones generales y las derivas posteriores, lejos de ser un hecho puntual de ese tiempo, tiene que ver con la deriva desideologisada a la que nuestro partido, con el “beneplácito” de nuestros dirigentes, venia irremediablemente tendiendo.
ResponderEliminarLa “institucionalización” que ha experimentado el partido durante todos estos años nos ha llevado a la desconexión social con trabajadores, clase media, jóvenes y estudiantes dando lugar a que el ciudadano, nuestros votantes, simpatizantes y militantes no se vean representados por un partido que no los tiene en cuenta. Los ciudadanos ha dejado de ser el centro de nuestras actuaciones porque sus problemas, por desgracia, han dejado de estar representados por nuestros intereses en lo cotidiano del día a día, como en nuestros discursos vacíos de ideología.
Mucho tiempo pidiéndole (nos) a los ciudadanos y militantes que sean (mos) unicamente receptores de nuestras decisiones nos ha llevado a no sentirse (nos) copartícipes de las actuaciones que durante los últimos años, sobre todo, se han venido tomando.
La falta de coherencia en nuestras actuaciones es otro de los males que nos esta pasado factura. Falta de coherencia entre lo que hacemos y decimos a nivel interno y lo que hacemos y decimos de cara a la ciudadanía, nos esta llevando a presentarnos ante los ciudadanos como defraudadores de una confianza que solicitamos y que tanto criticamos como manera de comportamiento del partido popular, y ello porque nuestra información ha dejado de ser veraz, porque hemos dejado de ser próximos, poco accesibles y poco permeables a los problemas y a las necesidades de los y las ciudadanas, dando una imagen en la mayoría de los casos que rozan la pedantería y la prepotencia.
Este partido necesita reformas, necesita renovarse, necesita deshacerse de la mediocridad a la que ha llegado.
Gracias Luciano por tus atinadas reflexiones, que comparto en su totalidad.
EliminarMe parece que el Psoe ha alejado mucho su discurso de las necesidades de los ciudadanos. Por otra parte los tres militantes que se presentan en mi opinión no son los mejores para convencer con su discurso, Susana Díaz por ejemplo tiene un discurso vacío que no convence ni emociona, sobre todo a la gente con formación cultural; sin embargo el Psoe tiene políticos maravillosos como Elena Valenciano, Antonio Miguel Carmona, etc, que en mi opinión tienen más ímpetu, más pasión y sobre todo un discurso lleno de contenido para los tiempos que corren. Gracias por tu interesante exposición una vez más. Amalia y Rafael.
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