lunes, 1 de mayo de 2017

TODO   POR   DECIDIR  EN  #FRANCIA

Las elecciones presidenciales francesas están zarandeando las bases sobre las que se había construido la V República. El paso a la segunda vuelta de dos candidatos (Emmanuel Macron y Marine Le Pen) que no representan a los dos grandes partidos (socialistas y neogaullistas) en los que se había basado el régimen presidencialista impuesto por el general De Gaulle en 1958, constituye una novedad, y al mismo tiempo abre un escenario de incertidumbre.

Muchos analistas se han apresurado a pronosticar el final del bipartidismo en Francia, pero hay que esperar a las elecciones legislativas de junio para confirmar o desmentir ese aserto, ya que tanto socialistas como neogaullistas conservan aún una poderosa estructura orgánica extendida por todo el territorio francés. No obstante, ambos partidos (que hoy ocupan más del 80% de los escaños de la Asamblea Nacional) saldrán debilitados de las elecciones presidenciales y tendrán que recomponer sus filas rápidamente para afrontar el desafío de las legislativas un mes después. Pensemos que los 577 escaños de la Asamblea Nacional se dirimen en pequeñas circunscripciones (de unos 100.000 electores) donde los partidos compiten a dos vueltas por un solo escaño en cada circunscripción.

La siempre arriesgada introducción de primarias en un partido tan heterogéneo como el socialista PSF (cosido de mala manera por Mitterrand al final de los 1970), abrió en canal las divisiones internas dentro del partido (al enfrentar “aparato” y “militancia”). De hecho, Benoit Hammon, ganador de las primarias frente al candidato oficialista Manuel Valls (Primer Ministro socialista), ha sufrido una estrepitosa derrota en la primera vuelta de las presidenciales, con un escuálido 6% de votos. Su derrota es aún más dolorosa si tenemos en cuenta que ni siquiera ha recibido el apoyo de los principales dirigentes de su partido (tanto Hollande, como el mismo Valls, pidieron el voto para Macron).

Lo mismo, aunque en menor medida, ha ocurrido entre los que esgrimen el legado del gaullismo y se agrupan en el partido Les Republicains (heredero de la UMP creada en 2002 por Jacques Chirac). Alain Juppé, candidato favorito de la plana mayor gaullista, se vio sorprendentemente superado en las primarias por François Fillon, dividiendo las filas republicanas y reduciendo las opciones de éste como candidato de centro derecha a las presidenciales, unas opciones ya de por sí bastante debilitadas por los escándalos de corrupción denunciados durante la campaña. Aunque la derrota de Fillon ha sido honrosa al obtener un 20% de votos, no muy alejado del porcentaje obtenido por Macron (23%) y Le Pen (21%), el fracaso del neogaullismo es innegable, ya que es la primera vez en la historia de la V República que su candidato no pasa a la segunda vuelta.

La victoria de Macron en la primera vuelta

Antiguo ministro de Economía en el gabinete socialista de Valls, del que dimitió al no imponer su programa de reformas económicas, Macron es un verso suelto en la política francesa. Hijo de profesional liberal (médico), fue socialista de base desde 2001 y dejó de serlo en 2015, pero sin ocupar cargos orgánicos dentro del PSF, por lo que su perfil está a años luz de la mayor parte de los dirigentes de los “aparatos” de los partidos. Tiene una excelente formación (se formó en la Escuela Nacional de la Administración) y experiencia en el mundo de las finanzas, lo que convenció al Presidente Hollande para llevarlo, primero, como asesor al Elíseo y, luego, como he comentado, a integrarlo como ministro en uno de sus gobiernos.

Una vez que dimitió del gobierno, Macron ha capitalizado el mensaje transversal de su plataforma electoral “¡En Marche!” (EM, coincidente con las iniciales de su nombre), creada hace solo un año como un movimiento que se presentaba “ni de izquierdas ni de derechas”. También ha capitalizado como su imagen de político joven (39 años) y reformista, y su discurso europeísta y a favor de la globalización.

Esto le ha permitido a Macron atraer al 23% de un electorado joven, proeuropeo, transnacional y cosmopolita, frente al discurso racista, nacionalista, antiglobalización y antieuropeo del Frente Nacional (FN) de Marine Le Pen (21% de los votos). El FN es un partido que ha penetrado en la Francia profunda y resulta atractivo a sectores descontentos con los efectos negativos de la globalización económica, la llegada de inmigrantes y la hegemonía supranacional de Bruselas.

La actual posición de Macron en el centro del tablero político le ha hecho tener que posicionarse también frente al discurso altermundialista y altereuropeo, de la “France Insoumise" (Francia Insumisa) (FI) del antiguo dirigente socialista Jean-Luc Mèlenchon, quien obtuvo casi el 20% de los votos en la primera vuelta. FI es una heterogénea coalición de comunistas, socialistas radicalizados, trotskistas, ecologistas,… a la izquierda del PSF, muy al estilo de Unidos Podemos (de hecho, Pablo Iglesias ha participado en alguno de los mítines de Mèlenchon).

Sin embargo, al contar sólo con una plataforma electoral (¡En Marche!) y no con un partido sólido (ahí su debilidad), Macron se encuentra ante un escenario complicado sobre el que le llueven apoyos, pero que proceden de campos tan alejados de su programa político de centro reformista, que estarán siempre condicionados por exigencias de todo tipo si es elegido Presidente de la República. La soledad de Macron en la antesala del poder de la V República sería digna de un retrato literario, si no fuera por lo que Francia se juega en ello. No disponer de un partido bien extendido en el territorio será para Macron una debilidad ante las elecciones legislativas de junio. 

La segunda vuelta

Sin embargo, nada está decidido, y las espadas están en alto ante la segunda vuelta del próximo domingo. El alivio que significó en Bruselas la victoria de Macron en la primera vuelta, y el apoyo público a su candidatura por parte de los derrotados Hammon y Fillon, además del llamamiento desesperado de Juppé pidiendo también el voto para frenar a Le Pen, despierta una confianza en la victoria de Macron que, en mi opinión, es exagerada y que debe ser rebajada por varias razones.

a) La primera, por la ambigüedad de Mèlenchon, que no ha expresado todavía públicamente su apoyo a Macron y que puede provocar la desmovilización del voto de izquierda que tan brillantemente supo cohesionar en la primera vuelta. El miedo a que se rompa la compleja coalición “Francia Insumisa” de cara a las legislativas, hace que Mèlenchon no se decida a pedir el voto por Macron, un político cuya trayectoria junto a la élite empresarial y financiera despierta incluso más recelo que Marine Le Pen entre determinados sectores de la izquierda radical, muy dados al discurso antisistema, antinorteamericano y populista (el pueblo frente a la “casta” y la “trama” de las élites políticas, los “pobres” frente a los “ricos”).

De hecho, las últimas encuestas indican que un 20% de los votantes de Mèlenchon en la primera vuelta estarían dispuestos a votar a Le Pen antes que a Macron. Llama la atención que, en las elecciones de 2002, Mèlenchon pidiera el voto para Chirac para frenar a Jean Marie Le Pen en una situación similar a la actual, aunque es verdad que entonces sin la popularidad y el apoyo de que goza ahora el dirigente de izquierda.

b)  La segunda razón se basa en la feroz campaña que está haciendo Le Pen en estos quince días previos a la votación decisiva del 7-M, mostrando un ímpetu, una agresividad y una desfachatez al estilo de Trump (Francia lo primero), cambiando sus promesas sobre la marcha y en función de la coyuntura (por ejemplo, de manera oportunista ha renunciado a la presidencia de su partido FN para presentarse ante los electores como la presidenta de todos los franceses, ha retirado su intención de sacar a Francia del euro). 

Su estilo contrasta con el de Macron, más “suave”, más racional, menos dado a la demagogia y más proclive a confiar en las bondades de la globalización y en seguir integrados en la UE (dos referencias que cotizan a la baja en el mercado político de hoy). Me temo que el estilo Le Pen, capaz de seguir cohesionando a ese 21% de votantes de la primera vuelta, sea también atractivo a otros sectores del electorado a izquierda y derecha, más identificado con el discurso populista, antieuropeo y de repliegue nacionalista, que con el más abierto, cosmopolita y proeuropeo de Macron.

Por eso está siendo importante la citada ambigüedad de Mèlenchon ante la segunda vuelta, ya que puede dejar a la intemperie a muchos votantes de izquierda impregnados, como los “lepenistas”, del discurso antieuropeo, nacionalista y antiélites, y que, si bien por barreras ideológicas, no votarán a Le Pen, pueden irse a la abstención o al voto en blanco.

c)  La tercera razón estriba en la capacidad (o incapacidad) de los líderes gaullistas Fillon y Juppé para seducir a sus votantes de derecha para que se inclinen por Macron por el “bien de Francia”, que es un discurso típico del gaullismo, pero que cada vez más es capitalizado por el Frente Nacional (el pacto de Le Pen con el disidente gaullista Nicolas Dupont-Aigan, que obtuvo casi un 5% de los votos en la primera vuelta, es sintomático).

No podemos tampoco olvidar  que, lejos de la cohesión mostrada por el gaullismo desde que el General De Gaulle creara a final de los años 1950 el movimiento UNR, el actual Les Republicains es una compleja organización donde conviven familias políticas de centro y derecha que están poco cohesionadas en torno a un programa claro y que carecen de un fuerte liderazgo. Ello hace que sea difícil de pronosticar qué van a hacer en la segunda vuelta los que votaron por Fillon y se sienten cercanos al discurso nacionalista y ultraconservador de Le Pen.

En esos tres factores va a estar la clave de lo que ocurra el próximo domingo, y es por eso que señalo la incertidumbre del resultado, por cuanto que ninguno de dichos factores lo controla el candidato favorito Macron. Todo está abierto en las elecciones más inciertas de la historia reciente de Francia, y decisivas para el futuro de la Unión Europea.

9 comentarios:

  1. Muchas gracias Eduardo por tu esfuerzo para facilitarnos la comprensión de hechos tan importantes para la historia de Francia y también de Europa. Ojalá se imponga la cordura en la segunda vuelta y no tengamos que lamentarnos.

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  2. Estupenda disección de la situación de cara a la segunda vuelta de las presidenciales francesas. Un abrazo

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  3. Muy clasificador el análisis de la situación en Francia a pocos días de las elecciones. Muchas gracias.

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    1. Gracias Carmen por leer el texto. Un abrazo en dirección a Uruguay.

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  4. Difícil votación para los franceses con tan diferentes partidos para elegir y con los graves problemas a que se enfrenta Francia, sobre todo el problema del terrorismo, desórdenes juveniles por la reforma laboral, el europeísmo , a globalización, etc. Gracias Eduardo por tu texto exhaustivo de las elecciones francesas, sería una lección de historia muy interesante para alumnos de Bachillerato, y para nosotros. Amalia y Rafa.

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  5. Este comentario ha sido eliminado por el autor.

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