jueves, 14 de junio de 2018


APUNTES  SOBRE  EL  GOBIERNO  #SÁNCHEZ  

Muchos han sido los calificativos (por lo general, elogiosos) que ha recibido el nuevo gobierno de Pedro Sánchez. Algunos, desde el lado de la izquierda, se han apresurado a calificarlo incluso de “gobierno de la dignidad”, un término de una evidente carga moral que no me gusta para el ámbito de la política, ya que al menor traspié (y ya lo ha habido) se vuelve contra quien alardea de ello. Ya ocurrió con los “cien años de honradez” del primer gobierno socialista de 1982 o con los gobiernos Aznar de 1996 y 2000 que alardeaban de ser los adalides de la lucha contra la corrupción, y también con los de Rajoy, ocurriendo ahora en el gobierno Sánchez con la dimisión del recién nombrado ministro Maxim Huertas por fraude fiscal.

Por eso, prefiero utilizar calificativos con menos significado moralista, y se me ocurre el de “gobierno estelar”, no sólo por haber incorporado al astronauta Pedro Duque, sino también por la constelación de figuras relevantes en sus correspondientes campos profesionales, destacando una mayoría de mujeres como rasgo significativo. Por eso, lo de "estelar" lo uso en términos sólo descriptivos y no valorativos.

A continuación expongo algunas reflexiones sobre las características más destacadas del nuevo gobierno.

a) Es un gobierno confeccionado por el propio Pedro Sánchez, sin mediar imposiciones ni cuotas partidarias, en contra de lo que suele ser habitual. No hay cuotas regionales, ni nombres impuestos por las baronías, sino personas seleccionadas por su valía y con independencia de su mayor o menor vinculación a la familia socialista (en su mayoría mujeres, en un claro mensaje a la gran movilización del 8 de marzo). La no militancia en el PSOE de muchos de los miembros del Gobierno es algo positivo, en el sentido de la independencia con la que pueden ejercer sus cargos ministeriales, pero no lo es tanto en lo que se refiere a trabajar como un equipo cohesionado en torno a un proyecto común. No será fácil gestionar un equipo "galáctico", con muchas estrellas fulgurantes poco acostumbradas a guiarse por la lógica política. Ese será un reto no menor para Pedro Sánchez.

b) Es un gobierno que no ha estado condicionado en su formación por pactos previos con las fuerzas políticas que apoyaron la moción de censura presentada por el grupo parlamentario socialista. Es, por tanto, un gobierno monocolor que sólo tiene el apoyo directo de unos escasos 85 diputados (los socialistas y el de Nueva Canarias), radicando en ello su fortaleza y su debilidad. Fortaleza por cuanto los ministros sólo deben lealtad al presidente Sánchez, que es quien los nombró. Mas también debilidad en tanto que el apoyo parlamentario es tan escaso, que sus comparecencias en las correspondientes comisiones del Congreso y el Senado serán sometidas a un duro escrutinio y a un fuerte control de los demás grupos, incluidos los que inicialmente se alinearon a favor de la censura contra Rajoy y que, una vez logrado el cambio de gobierno, se ocuparán en marcar espacio frente al PSOE y el gobierno socialista. Tendrán que esmerarse los ministros en preparar bien esas comparecencias, a sabiendas de que cualquier error será magnificado y criticado de manera feroz.

c) Lejos de ser un gobierno que refleja la sociedad española, como se han apresurado a comentar algunos analistas, es más bien un reflejo de las clases medias y, dentro de ellas, de unas élites profesionales que, sin duda, han construido sus carreras con su esfuerzo y sobre la base del mérito, más que por su pertenencia  a determinadas castas o dinastías. Entre esa constelación de figuras destacadas, es precisamente Pedro Sánchez quien presenta un perfil más cercano a la media de la sociedad española, por su edad, su trayectoria y su extracción social. Es un político “normal” al frente de un gobierno “estelar”.

d) Por ello, y dado que cada ministro estará ocupado en gestionar y dar lustre con su presencia al correspondiente departamento y dado también que a no pocos de ellos le falta el bagaje político de fajarse con la realidad de la calle, el papel de Pedro Sánchez adquiere un importante significado. Es él quien debería asumir la conexión con la sociedad que peor lo está pasando con los efectos de la crisis económica, mostrándose sensible a sus problemas y afrontando varios retos importantes: pobreza, desigualdad, brecha salarial, precariedad laboral, pensiones,…

e) Muchos de esos retos no podrán ser abordados en el escaso tiempo que el gobierno va a tener por delante, pero al menos Pedro Sánchez debería incluirlos de forma permanente en su agenda política, recordándolos siempre que tenga ocasión. La idea de crear un Alto Comisionado para la Pobreza Infantil, asociado a la propia presidencia de Gobierno, va en esa buena dirección, al igual que podría hacer con el problema del despoblamiento rural. Su decisión de acoger a los casi 600 inmigrantes subsaharianos del barco “Aquarius” es también una forma de mostrar sensibilidad a este tipo de asuntos, si bien debe luego canalizarlos hacia otras instancias (en este caso, al Consejo Europeo de las próximas semanas) para que no se quede en un mero gesto de buen voluntad.

f) Es un gobierno que tiene gran potencial para que el PSOE, después de dos años en estado de coma, pueda afrontar los comicios electorales, que, meses arriba, meses abajo, tendrán lugar de aquí a un año poco más o menos. Le bastaría con algunos gestos para darle a la población española la sensación de que ha merecido la pena el cambio de gobierno y de que se han abierto las ventanas de una casa común en la que el aire se había hecho irrespirable. Gestos como reformar la “ley mordaza” (sobre todo en lo relativo a los artículos que atentan contra el derecho a la libertad de expresión), cambiar algunas partes de la reforma laboral (como las que afectan a la negociación colectiva), llevar la pluralidad a la RTVE, asegurar al menos el poder adquisitivo de las pensiones, aprobar un nuevo modelo de financiación de las CC.AA.… se podrían llevar a cabo sin gran dificultad, ya que sobre muchos de ellos se habían alcanzado acuerdos previos en el Parlamento. Otros gestos tendrán que ver con el cambio de estilo y la rendición de cuentas, debiéndose mostrar Pedro Sánchez implacable con los casos de corrupción que puedan producirse y que ya se han producido.

g) Será también importante realizar algunos gestos para recuperar la normalidad en las relaciones con el gobierno de la Generalitat catalana, sin menoscabo de mantener la firme defensa del orden constitucional. Es verdad que los temas judiciales han de seguir su cauce (prisión preventiva de los políticos catalanes presos, peticiones de extradición de los políticos fugados, desarrollo de los autos de procesamiento, aperturas de juicio,…), pero la política tiene un espacio que debe ser usado para rebajar la tensión. El levantamiento del control de las cuentas de la Generalitat es un gesto, que no significa dejar de estar vigilante sobre cómo se gastan los recursos transferidos desde la Administración, al igual que se hace con cualquier otra Comunidad Autónoma. La nueva ministra de Administración Territorial (la catalana Meritxell Batet) está utilizando un lenguaje de diálogo, que abre puertas y reduce la confrontación, aunque todos sabemos que el independentismo es insaciable y que continuará con sus aspiraciones. Aun así, una reunión de Pedro Sánchez con Quim Torra en La Moncloa debe ser vista como una vuelta a la normalidad, si bien se le debe exigir al President no presentarse a esa reunión con el lazo amarillo en la solapa y sin antes haberlo retirado de la fachada del Palacio de la Generalitat.

h) Es también un gobierno preparado para recuperar la centralidad en los futuros debates europeos. Es verdad que Rajoy ha recuperado la imagen de España por su buena gestión de la crisis económica al cumplir los cánones marcados por la Comisión Europea, pero ahora toca ocupar también otros espacios y hacerlo con buenas propuestas e iniciativas y buscando situarse en el grupo de los que van a liderar el futuro de la UE tras el Brexit. Temas como la reforma de la UEM, la creación del pilar de defensa, la lucha contra el terrorismo yihadista, los acuerdos sobre cambio climático, el fortalecimiento del multilateralismo frente al repliegue proteccionista de los EE.UU. de Trump, la política migratoria, el desarrollo del pilar de justicia e interior (euro-órdenes), la reforma de la política agraria y pesquera,… son asuntos en los que el nuevo gobierno de España tiene cosas que decir, y debe decirlas.

En definitiva, tras la moción de censura del grupo socialista utilizando los instrumentos que permite nuestra Constitución, el nuevo gobierno presidido por Pedro Sánchez abre una interesante ventana de oportunidad para que entre aire fresco en la política española. No sabemos por cuanto tiempo, ya que se sustenta en una mayoría parlamentaria muy escasa, pero aprovechémoslo para introducir algo de serenidad en una sociedad demasiado polarizada como la española, antes de afrontar los grandes retos que tenemos por delante. Sirva también para que el PP realice la renovación que necesita, ya que la política española precisa de un partido conservador estable y bien cohesionado.