jueves, 28 de marzo de 2019


¿SON   EMIGRANTES   NUESTROS   JÓVENES
   EN   EUROPA?   
(Texto publicado en el Anuario Económico del Diario Córdoba)


La crisis económica de los últimos diez años hizo que un número significativo de jóvenes españoles saliera de sus lugares de origen para buscar empleo en otros países, especialmente de la UE.  Según datos del INE, en 2018 había casi 800.000 jóvenes españoles en el extranjero (un 80% más que al comienzo de la crisis en 2008).

Son por lo general jóvenes bien preparados, con formación superior, que, en muchos casos, y tras alguna etapa inicial de dificultad y adaptación, han encontrado en otros países europeos un puesto de trabajo en sectores de su formación o afines a ella. Fueron decisiones tomadas libremente, si bien impulsados por la necesidad ante la falta de oportunidades para desarrollar sus proyectos profesionales en nuestro país.

Sin duda que son historias duras, no exentas de fracasos y de difíciles experiencias personales, que han dado pie incluso a películas de gran popularidad como “Perdiendo el Norte” (de Nacho G. Velilla). Pero también son historias de éxito en las que se ha demostrado el valor de la formación recibida y la capacidad de los jóvenes españoles para adaptarse a un mercado de trabajo tan competitivo como el europeo.

El caso más evidente es el de los jóvenes formados en el área de la salud (medicina y enfermería), cuya salida a Europa, ante la precariedad de los empleos en nuestro sistema público de salud, es una de las causas de que ahora haya un déficit importante de estos profesionales en los hospitales españoles.

Pero también puede verse una trayectoria similar entre los titulados de carreras técnico/científicas (ingenieros, biólogos, ciencias ambientales…) cuya versatilidad les ha permitido encontrar empleo en multinacionales de la categoría de Amazon, Airbus… y trabajar hoy en ciudades como Cork, Londres, Frankfurt o Toulouse.

Hace sólo unas semanas la empresa nacional de ferrocarriles de Alemania (equivalente a nuestra ADIF) convocó plazas de maquinistas en las que se les daba preferencia a los jóvenes españoles en un claro indicio de la alta valoración que se tiene de la formación recibida en nuestro país.

¿Son nuevos emigrantes?

Ante esta diáspora de jóvenes preparados, se habla de pérdida de talento (fuga de cerebros, se decía antes), de pérdida de capital humano para España y Andalucía. Algunos incluso lo han calificado de una nueva ola migratoria de españoles a Europa proponiéndose planes de retorno para recuperar el talento que se ha ido de nuestra tierra.

Este tipo de reflexiones se basan, en mi opinión, en un cálculo algo simplista de costes/ beneficios, valorando, de un lado, lo que nos cuesta la formación de un titulado superior en España y, de otro, la pérdida de capital humano que representa su salida para trabajar a otro país de la UE. Y digo simplista porque no se tiene en cuenta que esa formación se ha financiado también, directa o indirectamente, con los recursos procedentes de la UE, sobre todo de los fondos estructurales (FEDER, principalmente).

Desde mi punto de vista, no tiene sentido considerar emigrantes a los jóvenes que se marchan a una UE de la que forman parte. Es como considerar inmigrante a un joven de Bremen, de Rennes o de Génova que trabaja en Andalucía. Tratar este problema como si fuera un caso de emigración, ¿no es hacerlo con una mentalidad anclada en los años 1960 o 1970?

Europa, como horizonte

Somos parte de la UE, y es todo el territorio europeo el que se le abre a nuestros jóvenes como oportunidad de empleo y desarrollo personal. Es un horizonte mucho más amplio para un joven que el que representa Andalucía o España, y sólo se necesita estar bien cualificado y tener una buena actitud para desenvolverse en un mundo, como el europeo, tan competitivo, pero apasionante y lleno de oportunidades.

Seguro que muchos de los jóvenes que están hoy fuera de España y Andalucía pasaron por la experiencia del programa europeo Erasmus cuando fueron estudiantes universitarios. Como se sabe, el objetivo de este Programa es facilitar el intercambio de estudiantes de la UE, dándoles oportunidad a los jóvenes de conocer otros países europeos y de abrir relaciones más allá de sus reducidos círculos locales.

El resultado lógico del Programa Erasmus es que esos jóvenes, una vez finalizados sus estudios universitarios, abran sus miradas, ensanchen sus objetivos y, sintiéndose parte de Europa, vean en la UE un inmenso territorio de oportunidades donde desarrollar sus proyectos de vida.

Es verdad que la fuerza de los lazos afectivos con los amigos y la familia es fuerte, y que en el corazón de cada joven late un pulso de atracción hacia su tierra de origen. Pero también es verdad que hoy, gracias a las ventajas que proporcionan las redes sociales y los medios rápidos y baratos de transporte, es posible conciliar, de un lado, el sentimiento de satisfacción por verse integrados en atractivos proyectos profesionales y, de otro, la necesidad de cercanía con los seres queridos.

Más que tratar como un problema la situación de los jóvenes españoles que están hoy en Europa desarrollando sus proyectos profesionales, habría que impulsar programas que ayuden a que esos jóvenes sean nuestro mejor capital relacional, el mejor puente de conexión de España y Andalucía con el resto de Europa. Pero también un puente por el que lleguen a nuestra tierra jóvenes de otros países de la UE buscando oportunidades para desarrollar sus carreras profesionales. Es así como se hace Europa, y bueno es recordarlo ahora que estamos ante un nuevo proceso electoral en la UE.

Mejorar el tejido productivo

Creo que más que hablar de planes de retorno para recuperar el talento que se nos ha ido, habría que hablar de reconstruir de manera más sólida nuestro tejido productivo potenciando sectores de mayor valor añadido.

Además, habría que dedicar recursos para, con criterios de racionalidad y excelencia, renovar nuestro sistema de I+D+i (universidades y centros de investigación), un sistema en el que, en la última década, la media de edad del personal técnico y científico ha aumentado diez años en una clara muestra de envejecimiento.

Sólo con acciones de ese tipo se podrá evitar que continúen saliendo nuestros jóvenes titulados a buscar empleo fuera de España por no encontrar oportunidades dentro de nuestro país. Lo importante es que la opción de salida no sea impuesta a nuestros jóvenes por falta de oportunidades aquí en España, sino que sea fruto de haber elegido libremente desarrollar sus proyectos profesionales en el horizonte más amplio que representa hoy pertenecer a la UE.

2 comentarios:

  1. Llevas razón en lo relativo a I+D+I, hay pocos recursos, e iniciarse en ese camino profesional es padecer penurias durante varios años. Se deberían dotar más recursos a los centros públicos e incentivos a la empresa privada, para que el profesional en formación tenga recursos dignos y estables para poder vivir. Que sus esfuerzos sean recompensado y con visión de futuro.

    El sistema de becas de investigación habría que revisarlo.
    Por otra parte encanto al Erasmus, no conozco ninguna Universidad Española, que de todas sus clases en otro idioma, por ejemplo en Inglés, alemán o francés , facilitaría la llegada de otros estudiantes con conocimiento del idioma, y no le supondría la adaptación un problema, o al menos se lo aliviaría.
    Eduardo: Gracias por darnos la oportunidad de compartir ideas.

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  2. Gracias por la entrada. Esta postura tendría sentido si hubiera un sesgo claro y neto a favor de la emigración hacia países de la UE. Si bien es cierto que la mayoría de los destinos corresponde a Reino Unido, Alemania y Francia, es cierto que muchos otros emigran a Noruega, Suiza, Estados Unidos, Canadá, Colombia o México...Tengo algunas dudas con respecto a que si Francia o UK no estuvieran en la UE tendrían muchos menos emigrantes españoles. Por supuesto esta emigración masiva de jóvenes españoles se puede leer en clave "europeista"; y no está de sobra recordarlo en visperas de un mayo-junio que se augura como negro para el establishment de la UE, debido a la previsible entrada múltiple de partidos anti-UE. Por otra parte, no obviaría factores como: la elevadisima tasa de paro (sobre todo en Andalucía), el deterioro de las instituciones (corrupción, incapacidad de negociar y llegar a soluciones políticas para el debate territorial, etc.) y la falta de confianza de los ciudadanos en las mismas que provocan un rechazo de muchos jóvenes (véase casos como el de Valtonyc etc.)... Casualmente, paro, corrupción y clase política son indicadas como las tres preocupaciones prioritarias de los españoles en la (recién publicada) macro-encuesta del CIS. Saludos y gracias otra vez.

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