DIEZ APUNTES TRAS LA APLICACIÓN DEL ART. 155
Ha transcurrido algo más de un mes desde el 1-O,
pero han sido tantos los vaivenes de la situación política catalana, que parece
haber pasado un largo periodo de tiempo.
Los hechos se han ido precipitando a
un ritmo de vértigo por lo que no viene mal recordarlos: aprobación de las
leyes de desconexión y transitoriedad por el Parlament el 7-8 de septiembre en flagrante violación del orden
constitucional; intento de celebración del referéndum ilegal el 1-O con la
consiguiente intervención policial; detención de los dirigentes de las
organizaciones ANC y Omnium
cultural; declaración unilateral de independencia por el Parlament el 21 de octubre (tras las dudas hamletianas del President) y aplicación inmediata del
art. 155 por el gobierno de la nación; cese del Govern y convocatoria de elecciones catalanas para el día 21-D; salida
a Bruselas de Puigdemont con una parte de sus antiguos consellers; comparecencia de otra parte del Govern ante la jueza Lamela de la Audiencia Nacional y su envío a
prisión; comparecencia de los miembros de la mesa del Parlament ante el juez Llarena del Tribunal Supremo (debido a su
condición de aforados)…
Para complicarlo todo aún más, nos encontramos con
una situación en la que se mezcla la lógica política y la lógica judicial, con
sus propios ritmos y calendarios, que hacen aún más cambiante el panorama, provocando cambios de estado de ánimo en la
ciudadanía (de la euforia a la depresión), cuando no un hartazgo cada vez más insoportable. Es un escenario cargado de pasiones, impregnado de emotividad y
salpicado de medias verdades e incluso de mentiras intencionadas.
En definitiva, un panorama enardecido y enrarecido, ante el que hay que detenerse y recapitular para poner orden en las complicadas piezas que lo componen. Con ese propósito comparto las siguientes reflexiones.
En definitiva, un panorama enardecido y enrarecido, ante el que hay que detenerse y recapitular para poner orden en las complicadas piezas que lo componen. Con ese propósito comparto las siguientes reflexiones.
1)
Aunque en las redes sociales no dejan de
aparecer comentarios jocosos sobre el tema catalán en un frívolo regodeo de los
acontecimientos, la realidad es que estamos ante la más grave crisis de la
democracia española desde el fallido golpe de estado del 23-F, ya que este tema no es sólo de Cataluña, sino que nos afecta a todos. Es una crisis
que, de no encauzarse, podría tener, además, unas implicaciones económicas que
harán empequeñecer la que venimos sufriendo desde 2007. El Banco de España ya
ha estimado para el año próximo una pérdida de más de 30.000 millones de euros en
términos del PIB si la inestabilidad continúa en Cataluña. No debemos olvidar
que la economía catalana representa el 20% de la economía española, además del
efecto indirecto que la crisis política pueda tener en el empleo y en las
inversiones extranjeras en nuestro país.
2)
El procés
ha tocado fondo al tropezar con el poder institucional del Estado. Por mucho
que el bloque secesionista active estrategias de resistencia, el procés, tal como lo hemos conocido, no
tiene ya más recorrido. Después del 21-D, nada será igual, ya que lo más
probable es que cambien los interlocutores y sean distintas las estrategias,
una vez que sus protagonistas valoren lo ocurrido hasta aquí. El
independentismo seguirá, sin duda, presente en la sociedad catalana, y seguro
que con una pujanza similar o superior incluso a la de ahora. Pero tras las
elecciones autonómicas será distinto el escenario en Cataluña y continuará Rajoy
al frente del gobierno de la nación, manteniéndose firme en la defensa del
Estado de derecho.
3)
La aplicación del art. 155 se ha realizado
dentro de la más escrupulosa legalidad y de acuerdo con lo establecido en la
Constitución. Paradójicamente, una cámara alta tan desprestigiada como el
Senado, ha desempeñado un papel crucial en el procedimiento de intervención. Ha sido impecable el modo como se han desarrollado los debates en la comisión y
en el pleno hasta conducir a la autorización al gobierno para que aplique las
medidas que hagan efectiva la suspensión de las competencias políticas en
Cataluña. El control de los Mossos se
ha realizado con una sorprendente normalidad, al igual que el de las distintas
consejerías de la Generalitat.
4)
El cese del President
y de los miembros del Govern
estaba dentro de las posibles medidas del art. 155, por lo que no ha causado
sorpresa. Sin embargo, la convocatoria electoral para el 21-D ha sido sorprendente
por su rapidez, habiendo dejado descolocadas a las fuerzas políticas catalanas
y en especial al bloque secesionista. La virtud de una convocatoria electoral
tan rápida es que reduce al mínimo el periodo de aplicación del art. 155, y con
ello los riesgos que conlleva. Puede que, para los sectores más españolistas,
deseosos de prolongar la suspensión de las competencias de la Generalitat en una especie de estrategia
de tierra quemada, la medida de aplicar un art. 155 de corta duración les
resulte decepcionante por entender que el trabajo de “cirugía” se quedará a
medias. Pero Rajoy, con el apoyo de Cs y, sobre todo,
del PSOE, no ha querido arriesgarse a transitar por un camino lleno de
incertidumbre y dificultades. No obstante, el mandato del Senado es
de seis meses, por lo que la aplicación del art. 155 no acaba el 21-D, pudiendo, además, el Gobierno solicitar
su ampliación según cómo se desarrollen los acontecimientos.
5)
La salida del ya expresidente Puigdemont y de
parte de su gobierno hacia Bruselas, ha sido interpretada por muchos como una
huida y una traición al resto de sus compañeros. Pero en mi opinión hay que
entenderla en términos de una estrategia jurídica y política en
coordinación con el resto de consellers, si bien una estrategia de alto riesgo. Con su salida, Puigdemont persigue, sin duda, eludir la justicia española (a la
que acusa de estar politizada y de no ser independiente), pero también
internacionalizar el conflicto, esperando que algún país de la UE ceda a la
tentación de dudar de la credibilidad democrática española. Esperemos a cómo se
desarrolla la aplicación de la orden europea de detención decretada por la
Audiencia Nacional (AN) y ante la cual Puigdemont se ha presentado ante la fiscalía belga, que es la que debe decidir sobre el proceso judicial.
6) La entrada en prisión sin fianza de los consellers que se han quedado en España,
ordenada por la jueza Lamela de la AN, puede ayudarle a Puigdemont en su
estrategia, esgrimiendo, aunque sea sin base jurídica alguna, el argumento de
la existencia de “presos políticos”. Además, el diferente tratamiento que sobre
la misma querella del fiscal ha hecho el juez Llarena del Tribunal Supremo (TS)
respecto a los miembros de la mesa del Parlament
(que ha rebajado el delito de rebelión y les ha dado un plazo de una semana a
los miembros de la mesa del Parlament
para que sus abogados tengan más tiempo en preparar sus defensas), da
argumentos a la estrategia de Puigdemont de cuestionar el poder judicial
español al mostrar que existen distintas varas de medir el mismo delito. Para
los que quieran profundizar en la complejidad de este asunto, recomiendo dos
excelentes artículos escritos desde posiciones distintas: uno, de Teresa
Freixes, argumentando en favor del auto de la jueza Lamela (“Delito de rebelión
para el Govern, ¿por qué?”, publicado el 3 de noviembre en la sección Ideas de la revista ED), y el otro, de
Miguel Pasquau, cuestionando dicho auto (“Alzamiento, sedición y rebelión”
publicado el 1 de noviembre en la revista digital ctxt.es).
7)
Sea como fuere, lo cierto es que la discrepancia
entre la AN y el TS no ayuda a la imagen de equidad y profesionalidad de la
justicia española, y da alas al victimismo de los secesionistas. Es, por
tanto, una situación preocupante, que, si no se remedia en los próximos días
unificando criterios entre ambos organismos judiciales, podrá influir en la
opinión pública internacional, volátil por naturaleza, y aún más ante la
debilidad crónica de la diplomacia española. Además, si continúa esa
discrepancia entre el TS y la AN hay riesgo de que el tema acabe en el Tribunal
de Derechos Humanos como ya ocurrió con el caso Bultó en los años 1980, lo que
empeoraría la imagen de la democracia española.
8)
Por muy ajustado a derecho que esté el
encarcelamiento de los dirigentes catalanes dada la gravedad de los delitos que se les imputa, es indudable su efecto político. Celebrar
las elecciones del 21-D en unas circunstancias así no es el mejor escenario, ya
que los comicios se verán condicionados por ello, tanto en lo que se refiere al
ambiente político, como a las estrategias electorales y al desarrollo de la
campaña. Serían elecciones celebradas en un escenario aún más polarizado y
fracturado de lo que está ahora y fuertemente cargado de emotividad y
victimismo, lo que no es lo más indicado para un proceso electoral. Además, la
campaña se vería inevitablemente empañada por demandas de amnistía y libertad
que, sustituyendo a los programas políticos con los que los partidos suelen
presentarse a los comicios, se extenderían de forma transversal monopolizando
el eje de los debates. Al favorecer una estrategia frentista, esas demandas,
que apelan más al corazón que a la cabeza de los votantes, lograrían ocultar
las profundas desavenencias hoy existentes dentro del bloque independentista,
además de permitirles a los dirigentes secesionistas envolverse en el manto del
victimismo evitando rendir cuentas ante el electorado por los errores cometidos
durante el procés. Asimismo, la
permanencia en la cárcel de los dirigentes políticos catalanes durante la
campaña electoral serviría de acicate a la revitalización del bloque
independentista, un bloque en horas bajas tras el fracaso del procés y tras el impacto de la gran movilización
no secesionista activada días atrás por la SCC (Societat Civil Catalana). En
este sentido, no debe olvidarse que un movimiento como éste de la SCC, logrado
a base de mucho esfuerzo, necesita, para verse reflejado en forma de votos en las
urnas, un escenario menos enardecido y más sosegado para que los votantes
decidan su voto con cierta racionalidad y no con las emociones a flor de piel.
9)
Aún es pronto para hablar de posibles escenarios
tras el 21-D, ya que quedan cincuenta días en una campaña que se prevé dura y
complicada. Aún no se conocen las estrategias de los partidos soberanistas: si
reproducir un frente común para convertir las elecciones de nuevo en
plebiscitarias, o si presentar listas por separado para dar lugar a posteriores
alianzas en función de los resultados. Parece que sólo el PDdeCat (antigua CiU)
está interesado en reeditar el frente independentista, dado que, yendo por
separado, corre el riesgo de sufrir una fuerte derrota en favor de ERC.
Respecto a los Comunes de Ada Colau y de un sector de Podemos, ya han anunciado
que presentarán una lista propia (encabezada por Xavi Doménech), aunque con un
programa común lo suficientemente transversal como para dejar abierta posibles
alianzas postelectorales con otras fuerzas soberanistas.
10) Respecto a los partidos no
soberanistas, ya se sabe que no habrá frente común a pesar de la insistencia de
Cs. Además de las profundas diferencias programáticas entre el PSC y el PP,
está en la memoria de ambos partidos la fracasada experiencia frentista de las
elecciones vascas de 2001, cuando el frente PSOE-PP (liderado por Nicolás
Redondo Terreros y Jaime Mayor Oreja) se vio derrotado por el PNV de Ibarretxe,
y no quieren repetirla en Cataluña. Por eso, tanto PP, como PSC y Cs se
presentarán por separado, con la esperanza de que el bloque secesionista no
alcance la mayoría parlamentaria, algo que se antoja difícil a la luz de las
últimas encuestas, que arrojan un escenario muy parecido al actual.
Todo está abierto, por tanto, y nos esperan varias semanas de vértigo hasta llegar a los comicios del 21-D, una fecha que marcará no el final, sino el inicio de un nuevo escenario que habrá que gestionar desde dentro de Cataluña y desde el conjunto del Estado.
Si se gestiona bien, la situación catalana podrá normalizarse encauzándola hacia un nuevo encaje de Cataluña en el Estado, algo que inevitablemente deberá pasar por algún tipo de consulta legal y pactada, tras la correspondiente reforma constitucional (con la que está de acuerdo más de la mitad de los españoles según las últimas encuestas).
Pero si fracasa el diálogo político, y el independentismo persiste en su desafío al Estado de derecho, se agravará aún más la inestabilidad en Cataluña. Ello tendrá graves efectos directos en el resto de España y efectos colaterales en la UE, llevándonos a un abismo al que, si bien algunos, en su delirio, puedan sentirse fascinados a precipitarse por él, muchos otros ciudadanos no están dispuestos a ello.
Todo está abierto, por tanto, y nos esperan varias semanas de vértigo hasta llegar a los comicios del 21-D, una fecha que marcará no el final, sino el inicio de un nuevo escenario que habrá que gestionar desde dentro de Cataluña y desde el conjunto del Estado.
Si se gestiona bien, la situación catalana podrá normalizarse encauzándola hacia un nuevo encaje de Cataluña en el Estado, algo que inevitablemente deberá pasar por algún tipo de consulta legal y pactada, tras la correspondiente reforma constitucional (con la que está de acuerdo más de la mitad de los españoles según las últimas encuestas).
Pero si fracasa el diálogo político, y el independentismo persiste en su desafío al Estado de derecho, se agravará aún más la inestabilidad en Cataluña. Ello tendrá graves efectos directos en el resto de España y efectos colaterales en la UE, llevándonos a un abismo al que, si bien algunos, en su delirio, puedan sentirse fascinados a precipitarse por él, muchos otros ciudadanos no están dispuestos a ello.
De acuerdo contigo, aunque yo creo que si bien la justicia los ha transformado en mártires, sus seguidores saben que ya no es gratis despreciar la Constitución.
ResponderEliminarGracias Juan María por leer el texto. Como digo en el artículo, después del 21-D nada volverá a ser igual, aunque los resultados electorales no cambien, ya que los protagonistas del "procés" han comprobado la inutilidad de seguir por la vía de la unilateralidad.
EliminarA mí, socialmente, me parece una temeridad y, por tanto, una gran irresponsabilidad política los pasos que unos y otros han ido dando hasta cristalizar en la DUI, de una parte, y en la aplicación del 155 y, sobre todo, en la demanda de la Fiscalía que ha derivado en el encarcelamiento del Govern, de otra. Muy de acuerdo en esto último con el punto 8 de tu artículo.
ResponderEliminarPor cierto, una corrección si me lo permites. Si no me equivoco, en el sistema español es Senado es cámara alta, no baja.
Gracias por leer el texto y por la corrección. Efectivamente, el Senado es la cámara alta, y ha sido un lapsus.
EliminarEl problema de los más de dos millones de catalanes independentistas se ha agravado gracias a las políticas represivas del pp, sorprendentemente apoyadas por la mayoria de la sociedad española que ha demostrado ser tremendamente nacionalista también. Todo este problema de la independencia surgirá con más fuerza después de las elecciones catalanas, en las que unas candidatura unitaria con seguridad arrasará. En un artículo anterior hablabas de un referéndum consultivo ( la sacrosanta Constitución
ResponderEliminarlo permite) y muy posiblemente hubiera parado ( o al menos aclarado)todo este disparate. Ahora ya ese barco zarpó...
Gracias José por leer el texto. De acuerdo con tu comentario, que en parte coincide con alguno de mis apuntes. Respecto a lo que ocurrirá después del 21-D todo está abierto, ya que el independentismo está dividido y aunque acuerden una lista única, el procés ya no será lo mismo. Habrá que gestionar el nuevo escenario, y ahí no habrá más solución que la consulta legal y pactada (consultiva, en una primera etapa, y vinculante en una segunda etapa, centrada en un nuevo Estatut tras la correspondiente reforma constitucional). Aún creo que el barco no ha zarpado, sino que está en puerto para que un buen navegante lo timonee.
EliminarBuenas días Eduardo,
ResponderEliminarHe leído atentamente, como suelo hacer en otras ocasiones, tu escrito sobre la mal llamada ‘cuestión catalana’. Somos muchos los que vivimos en Cataluña y no nos sentimos identificados con el movimiento independentista, pero tampoco lo estamos con el discurso poco atractivo que nos llega de fuera.
Creo que la falta de un relato sobre el proyecto que hemos de compartir entre todos es lo que, en gran medida, explica porque el relato independentista ha llegado tan lejos. Sólo quisiera hacer un pequeño hincapié sobre un punto de los que tratas en tu texto: el punto 2. Comentas en él que el procés ha tocado fondo al tropezar con el poder institucional del Estado. Yo no estaría tan seguro, el procés es un movimiento social y político muy complejo que, como hemos tenido ocasión de comprobar a menudo, se reinventa delante de cada reto. Tan complejo que, desde la misma Cataluña, a la gente que estamos al margen nos cuesta entender como han podido llegar tan lejos. Tan versátil y poliédrico que no tengo dudas de que de cara a las próximas elecciones autonómicas del 21D centrará el debate electoral en otros terrenos más favorables para sus intereses.
Sean quienes sean los responsables políticos de este desencuentro, estoy seguro de que con los actuales interlocutores el tema no se va a solucionar. Creo que omites en tu relato un aspecto que no debemos olvidar. Este desconcertante proceso independentista ha forzado a muchos catalanes -sean de nacimiento o de adopción como es mi caso- a defender que Cataluña es una sociedad heterogénea y creativa que, sólo, con un gran acuerdo político y social puede salir del atolladero en el que se encuentra. Muchos catalanes estos meses hemos abordado una cuestión que este procés, indirectamente, ha puesto sobre la mesa, aunque sorprende que haya sido ignorada: ¿qué es España? Creo que ahí reside el nudo gordiano de esta crisis que se nos hace a todos eterna.
¿Qué es España? Nos preguntamos muchos en Cataluña y, a menudo, no nos resulta fácil encontrar la respuesta. Sabemos lo que no es, esa ‘España’ nostálgica y uniforme de un pasado no muy lejano, también sabemos lo que quisiéramos que fuera, pero nos cuesta comprender que somos ahora. Cuando descifremos este nudo gordiano habremos superado el problema que tanto nos afecta.
En concreto, pongo un ejemplo sobre las lenguas oficiales en España. Es bien sabido que junto al castellano contamos con otras tres lenguas –catalán, gallego y euskera– que son oficiales en siete comunidades españolas –Navarra, País Vasco, Comunidad Valenciana, Cataluña, Baleares y Galicia– el catalán, el gallego y el euskera. Junto a estas cuatro lenguas se hablan muchos otros dialectos y hablas que, por desgracia, no están pasando por sus mejores momentos. La Constitución Española en su artículo 3.3 que ‘la riqueza de las distintas modalidades lingüísticas de España es un patrimonio cultural que será objeto de especial respeto y protección’. En España, según los datos del INE de 2016, más de diecinueve millones de persones (el 41,1% de los españoles) residen en comunidades con dos lenguas oficiales; más de trece millones (el 28,8%) hablan alguna de estas lenguas además del castellano. ¿La política lingüística y cultural que practica el gobierno español es sensible y respetuosa con los españoles que gozan de esta riqueza cultural? Yo creo que no. Es solo uno de tantos ejemplos que se podrían poner encima de la mesa.
Para ir finalizando, desde mi punto de vista, el mayor logro del procés es haber puesto en el centro del debate la cuestión comentada antes. ¿Qué es España?, a pesar de que muchos de nuestros políticos aún no se han dado cuenta. Cuando sepamos que es, tendremos mucho ganado.
Agustí Segarra
Reus, Tarragona
Gracias Agustí por leer el texto y por tus interesantes comentarios que comparto en su totalidad. En textos anteriores: "Cataluña (I)" y "Cataluña (II), analizo con más profundidad la cuestión catalana y toco aspectos cercanos a los que planteas. Este de ahora es un texto más coyuntural cuyo objetivo es analizar el escenario tras la aplicación del art. 155. Respondo a uno de tus comentarios sobre mi afirmación de que el procés ha tocado fondo, en la que añado "tal como lo hemos conocido". Es decir, el independentismo como movimiento social y político continuará después del 21-D, pero el "procés" no, ya que se transformará en otra cosa. Los dirigentes independentistas, si son inteligentes, sabrán sacar consecuencias de que no es posible una declaración unilateral de independencia y tendrán que plantear otro tipo de estrategia. Es por ese motivo que afirmo que el procés está agotado, no el independentismo.
EliminarDe acuerdo contigo en que lo relevante es preguntarnos "¿Qué es España?", una pregunta que ya se hicieron intelectuales como Américo Castro o políticos como Azaña u Ortega. Ya he escrito sobre la necesidad de una reforma constitucional, lo que no quiere decir abrir un proceso constituyente como plantea Podemos. Creo que esa reforma debe centrarse en el título VIII, que es lo único sobre lo que puede haber consenso con el PP (ya que no olvidemos que o se cuenta con el PP o no hay posibilidad de reforma constitucional). Dirás que soy un posibilista, y en efecto, lo soy.
Un saludo y te reitero mi aradecimiento.
Gracias, Eduardo, por tu artículo sobre los hechos ocurridos en Cataluña, que en realidad han ocurrido es España.
ResponderEliminarCreo que es preocupante los distintos raseros con que han actuado Lamela y Llerena. Como tú bien comentas, no dice bien de la justicia española y menos en situaciones como ésta en que todos las miradas están vueltas hacia los errores del procés, que han sido muchos y muy graves. Pero también los errores que pueden aparecer en las actuaciones de la justicia pueden ser muy graves aunque sean pocos. Es difícil en momentos así separar lo emocional y pasional de lo objetivamente correcto en lo político y en lo judicial, pero para mí que lo judicial es más grave. Ya tienes que empezar a escribir otro artículo porque los hechos se siguen sucediendo vertiginosamente. Saludos
Gracias Carmen por leer el texto y por tus comentarios.
EliminarAnte la promisoria, inmisericorde y derrotista opción que nos ofreces, esa de que "la situación catalana podrá normalizarse encauzándola hacia un nuevo encaje de Cataluña en el Estado", cabe rememorar otros artículos constitucionales tan explícitos y contundentes como el hoy denostado art.155.
ResponderEliminarO se respeta la Constitución -del preámbulo a la disposición final- o ni se respeta, ni se defiende, ni nos defiende.
No hace falta ser Rajoy ni gallego de tercera para recordar que la Constitución Española está desde su nacimiento asociada al día cristiano de LOS SANTOS INOCENTES. Si, como TIP y Coll, hasta la semana que viene (21-D) no hablaremos del Gobierno, es porque no había muchas más festividades tan celebradas como los Inocentes ("Los Inocentes Locos", se llamaba la festividad del día 28 de Diciembre hasta hace poco)
Y sí, es muy triste, pero en este "Estado" hay tantos Herodes, Eduardo, como borricos en huida a Bélgica. Y para viajes así no necesitamos más alforjas.
Gracias Fernando. La opción de reformar el título VIII de la Constitución no es ni promisoria, ni inmisericorde ni derrotista, sino una opción pragmática y posibilista, que, seguro, no contentará a los independentistas (insaciables por naturaleza hasta la independencia final), pero que ofrece salida para que puedan encontrar salida y alternativa al amplio bloque no independentista existente en Cataluña.
ResponderEliminarSí, de acuerdo. Pero ese "nuevo encaje" es la cuestión. Si es un encaje a la vasca manera -apropiarse del presupuesto nacional y a las inversiones del Estado (Sanidad, Pensiones y Comunicaciones)- y esclavizar aún más a los somos vagos y ladrones españoles, hemos hecho un pan como unas...
EliminarReformar el Título VIII lo pedía Fraga desde que firmó la Constitución. Pero no era para claudicar ante las razas superiores, que es el "derecho" que estas tienen; y que ya no reclaman porque han convencido a medio 'país' de que LO POSEEN (eso que,duele, "que puedan encontrar salida" que no les contentará) . Y ese convencimiento ya se aplica y hasta el PP lo aplaude, a base de no hacer cumplir ni la ley ni la Constitución. Sólo el rey lo reclamó y quiere, y quizá porque ya se reduce a la primera línea:"Don Juan Carlos I, Rey de España, a todos los que la presente vieren y entendieren,...".
Sigue el juego y, como en el golpe del 23-F, "Tranquilo(s), Jordi(s), tranquilo(s)..."
No estoy hablando de solución "a la vasca", tipo "cupo", que, por cierto, se encargará la UE de eliminarlo cuando avance la inevitable unión fiscal en la zona euro.
ResponderEliminarRealmente es grave la situación en sí porque ambas partes son culpables en este proceso. Rajoy fulminó su Estatuto cuando era un calco del de otras Autonomías, cuando encima no dialogó con los Partidos evolucionar hacia un Estado Federal cambiando a la vez la Constitución y la puesta al día de las Leyes Orgánicas (sobre todo Ley de Partidos,constituir un Ejecutivo de técnicos ysobre la base de de la Ley Laboral con despido...respetando la independencia de los 3 Poderes..y adecuación de nuevas poíticas
ResponderEliminarmás acordes con la situación de cambio y en relación con el BIENESTAR SOCIAL fulminado con una crisis agravada por la corrupción y una desigualdad que sitúa a 1/3 de la población en el umbral de la pobreza. Si los Partidos o Poderes Políticos no son capaces de dialogar,pactar y ponerse al servicio de las ne- cesidades y bienestar de sus votantes o sociedad civil...es señal de que SOBRAN,lo que debiera provocar NUEVAS ELECCIONES.
Pregúntense si el caso Catgaluña y otros desaguisados no son el fruto "purulento"de la antidemocracia,corrupción y desaguisados
que la Clase Política no quiere o no puede resolver.No Existe un Estado de derecho, y por favor no hablemos de ÉTICA.
Gracias Angel por el leer el texto y por tus interesantes comentarios.
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