CANCION TRISTE DEL PSOE
(Texto escrito antes de la reunión del Comité Federal del sábado 1 de octubre
y de la dimisión de Pedro Sánchez)
(Texto escrito antes de la reunión del Comité Federal del sábado 1 de octubre
y de la dimisión de Pedro Sánchez)
No era necesario tamaño
despropósito como el que están protagonizando los dirigentes del PSOE ante la
vergüenza de sus militantes, la indignación de sus votantes y el estupor de la
sociedad española en general. No era necesario tan lamentable espectáculo para
certificar el estado calamitoso en que se encuentra el partido socialista. Su
agonía puede prolongarse aún más, como en los primeros versos del poema de
César Vallejo, cuando dice que “…el cadáver ¡ay! seguía muriendo”.
Las diferencias se podían haber
dirimido en el seno de los órganos del partido (en el Comité Federal convocado
para el próximo sábado). Pero el sector crítico, ante el miedo a que esa
batalla se perdiera, decidió actuar antes, anticipándose con la dimisión de la
mitad de los miembros de la Comisión Ejecutiva. Desde el punto de vista
orgánico, Pedro Sánchez y su equipo se encuentran en minoría, lo que debería
conducirle en situaciones normales a la dimisión, lo estipule o no los estatutos. Pero la situación del PSOE no es normal sino excepcional.
No obstante, no cabe hablar de "golpe", sino simplemente de lucha por el poder utilizando unos y otros los resortes estatutarios existentes, e interpretándolos cada grupo en su propio beneficio. Para "golpe" el que Pedro Sánchez y su actual ejecutiva fraguaron contra Tomás Gómez en la FSM (madrileña). Lo de ahora es algo tan viejo como la propia política, y tan común a todos los partidos: pugna por conquistar el poder en el seno de un partido político.
Sea como fuere, lo cierto es que el enroque de la actual dirección, apelando a la militancia, está provocando el
choque entre dos legitimidades dentro del PSOE: la que apela a las bases de afiliados (democracia directa), y la que
proviene de los órganos de dirección del partido (democracia representativa). Es un conflicto de legitimidades que no se resuelve por la vía de recurrir de forma oportunista a las primarias, un recurso éste que, planteado de forma precipitada, genera más problemas que soluciones.
El espectáculo de ayer ante las puertas de Ferraz fue bochornoso. Lo de Verónica Pérez, atribuyéndose la autoridad del partido, mientras ni siquiera le dejaban entrar en la sede, es una escena berlanguiana para enmarcar. Y todo puede ir a peor si, como se ha difundido en las redes sociales, los militantes que apoyan a Pedro Sánchez se concentran mañana en Madrid como si de una guardia pretoriana se tratara.
El espectáculo de ayer ante las puertas de Ferraz fue bochornoso. Lo de Verónica Pérez, atribuyéndose la autoridad del partido, mientras ni siquiera le dejaban entrar en la sede, es una escena berlanguiana para enmarcar. Y todo puede ir a peor si, como se ha difundido en las redes sociales, los militantes que apoyan a Pedro Sánchez se concentran mañana en Madrid como si de una guardia pretoriana se tratara.
Así las cosas, el próximo Comité
Federal se presenta tenso, con los puentes rotos y con las divisiones y
rencillas a flor de piel. No es el escenario más idóneo ni para debatir sobre
el futuro inmediato del partido (fecha del congreso y de las primarias) ni para
dirimir la gran cuestión que interesa al conjunto de la ciudadanía: si el PSOE se va a abstener para facilitar el gobierno del PP en una futura sesión de investidura;
si va a votar en contra y formar una opción alternativa por la izquierda, o si apuesta por ir a terceras
elecciones.
Ante esta confrontación táctica
por hacerse con los restos del naufragio socialista, me voy a permitir dar algunas
opiniones. En primer lugar, el citado conflicto entre legitimidades es un falso
debate. Apelar, como hace Pedro Sánchez, a la fuerza de la militancia frente a los
órganos de dirección en un partido que lleva desangrándose varios años hasta
apenas alcanzar los actuales 190.000 afiliados (¿cuántos de ellos están realmente
activos?), es cuando menos una apelación ridícula. Aún más, cuando las propias
bases del PSOE y los órganos directivos están divididos sobre cuál debería ser
la mejor estrategia en estos momentos (si la abstención o la formación de una
alternativa por la izquierda). La mejor prueba de esa división es la fractura producida en la comisión ejecutiva.
No obstante, no se aprecia
respecto a este tema un claro enfrentamiento entre esas dos legitimidades, ya
que las diferencias atraviesan tanto a la militancia, como a los dirigentes. Lo
mismo ocurre entre los votantes socialistas, que también están divididos sobre este asunto. Por eso, la apelación a las bases como
representantes de la “pureza” democrática en el PSOE frente a unos dirigentes orgánicos
a los que se les estigmatiza como “casta”, no es justificable y tiene mucho de
populismo, lo que demuestra hasta qué punto el lenguaje de Podemos ha calado en
las filas socialistas.
En segundo lugar, la convocatoria
urgente de un congreso y de unas primarias para elegir al secretario general
del PSOE, es de una gran irresponsabilidad, rayana en la frivolidad, ante el
calendario que tenemos por delante. Con la posibilidad de una nueva sesión de
investidura, y, si fracasa, con el horizonte de unas terceras elecciones a
mediados de diciembre, no acierto a comprender la utilidad de embarcar al PSOE
en un congreso que, por fuerza, tendrá que organizarse de forma precipitada y
con las heridas abiertas de la actual conflagración interna. Pero ya no hay vuelta atrás; tanto los oficialistas, como los críticos, ambos con su actitud irresponsable, abocan al partido a la convocatoria de un congreso extraordinario que tendrá que celebrarse en las próximas semanas. Sería el mejor
entrenamiento para una nueva derrota electoral socialista, que dejaría en un recuerdo
glorioso los actuales 85 diputados, y que no sólo conduciría al sorpasso de Podemos, sino al batacazo del propio PSOE y su descenso a
niveles nunca alcanzados en su larga historia.
En tercer lugar, el actual
conflicto tiene que dirimirse en el seno del Comité Federal, quizá no en la
reunión de mañana sábado, pero sí en otras posteriores. Debe reunirse tantas
veces como sean necesarias hasta coser, en lo posible, y si no aplazar, las
actuales heridas, y alcanzar una posición unitaria, aunque eso pueda significar
la salida de algunos dirigentes y la desafección de parte de la militancia. El
PSOE debe pensar más en el amplio número de votantes que aún conserva, que en
su exigua militancia, y para ello es más urgente intentar definir una
estrategia clara ante el actual escenario político (qué hacer ante una nueva
sesión de investidura), que intentar resolver de forma precipitada las
diferencias internas del partido.
En cuarto lugar, y en consonancia
con esto último, el Comité Federal del PSOE debe resolver el trilema del “no,
no y no”. Empecemos por el último “no”. Si no quiere ir a terceras elecciones,
que le serían mortales, tiene que decidirse entre formar una mayoría
alternativa, con el apoyo de Pdms y los partidos nacionalistas (ya que ante el
rechazo de Cs, es la única opción posible), o abstenerse para facilitar el
gobierno del PP. Las dos opciones tienen sus costes, pero el PSOE tiene que
elegir una de ellas. La política es el arte de elegir entre soluciones
imperfectas.
Ya no estaría el PSOE ante un
“trilema”, sino ante un “dilema”. Sólo así, eligiendo una de esas dos opciones
dolorosas, el PSOE dejaría de “seguir muriendo”. Y, como en el último verso del mencionado poema de César Vallejo, el cadáver, dolorido (del PSOE), podría lentamente incorporarse, para de
nuevo “echarse a andar” si encuentra el sosiego necesario para cerrar sus heridas y emprender su recuperación. No sé por cuánto tiempo, ni por
qué camino, ni con qué compañías… Pero eso, será objeto de otro artículo.