INCERTIDUMBRE ANTE LA #PAC POST 2020
(una versión reducida se publicó en el Anuario del Diario Córdoba el pasado mes de marzo)
Estamos ante un nuevo proceso de
reforma de la política agraria común europea (PAC), que nos debe conducir a la
PAC post-2020. Ya se han publicado los primeros documentos de la Comisión
Europea, entre ellos la Comunicación “El futuro de la alimentación y de la
agricultura” (del pasado 27 de noviembre), y la Comunicación (del 14 de
febrero) con el marco financiero plurianual 2021-2027.
De las declaraciones del
Comisario de Agricultura Phil Hogan, se podría esperar un escenario de
continuidad con el propósito de mantener la estructura de la PAC (en sus
actuales dos pilares) y de orientarla hacia una mayor simplificación. Sin
embargo, más allá de este mensaje de continuidad, lo cierto es que el escenario
en el que se va a negociar la PAC post-2020 es un escenario restrictivo en
términos económicos y está cargado de factores de incertidumbre. Ello implicará
cambios en la arquitectura de la PAC y conducirá a una reducción del presupuesto
dedicado a la financiación de esta política común que, como sabemos, absorbe
casi el 40% del gasto europeo (aunque sólo recibe un 0,4% del PIB de la UE-28).
El efecto Brexit
Uno de esos factores es el
indudable efecto que va a tener el Brexit en el presupuesto
común europeo, dado que el Reino Unido es contribuyente neto a las arcas de la
UE. El Presidente de la Comisión Europea Jean Claude Juncker, en la
presentación pública del marco financiero plurianual, afirmaba que el Brexit podría
representar una reducción de entre 13.000 y 15.000 mil millones de euros
anuales del presupuesto europeo, y que, si no se incrementan las aportaciones
de los EE.MM., habrá una reducción inevitable de los recursos de la PAC.
La Comisión plantea tres posibles
escenarios para la PAC: uno, de mantenimiento del status quo (el menos
probable, ya que no habría forma de cuadrar las cuentas) y dos escenarios de
recortes (uno, el más desfavorable, en el que se plantea una reducción del 30%
del presupuesto de la PAC; y otro, algo menos desfavorable, con una reducción
del 15%).
Las nuevas prioridades de la UE
Otro factor tiene que ver con las
nuevas prioridades que hoy se plantea la UE. Unas prioridades están
relacionadas con el nuevo modelo alimentario que demandan los ciudadanos europeos,
tal como muestra la consulta pública promovida por el comisario Hogan (con casi
medio millón de aportaciones).
Me refiero a temas relativos a la
sanidad de los alimentos, a los problemas nutricionales, al coste
medioambiental de las producciones agrícolas y ganaderas (huella ecológica), al
consumo de agua, al bienestar de los animales,… Son temas que cada vez estarán
más presentes en las orientaciones de la nueva PAC, por encima de los objetivos
productivistas que le habían caracterizado en sus primeras tres décadas.
Otras prioridades guardan
relación con los compromisos adquiridos por la UE tras la firma del Acuerdo de
París sobre Cambio Climático en la COP 21 (diciembre de 2015) y con la agenda de los
Objetivos del Desarrollo Sostenible (ODS) (firmada en septiembre de 2015 en
Naciones Unidas). Estas prioridades incluyen, entre otros objetivos, la
reducción de las emisiones de gases de efecto invernadero, el cambio del modelo
de consumo energético,…
Más allá de las prácticas
agrícolas del actual greening (planteadas desde una lógica
interna para cubrir algunas carencias del modelo agrícola europeo), las nuevas
exigencias de ahora responden a una lógica externa, a saber: la marcada por los
citados compromisos del Acuerdo de París y de la agenda ODS.
A todo ello habría que añadir los
grandes temas de política general que son hoy prioritarios en la UE y que
absorberán una parte considerable del gasto europeo. Me refiero a las
prioridades en defensa, control de fronteras, seguridad, biotecnología, digitalización
y robótica, movilidad de los jóvenes, acogida a refugiados, inversiones en
infraestructuras de comunicaciones (interconexiones eléctricas entre países,
corredor mediterráneo,…),…
La PAC, ante un escenario de
recortes
Todas ellas son prioridades que,
sin duda, absorberán una parte considerable del gasto europeo, y que afectarán
a la PAC. La cuestión es, por tanto, cómo distribuir los recortes dentro de la
PAC, si cargándolos sobre el primer pilar (y dentro de éste, sobre los pagos
directos del FEAGA o sobre los mecanismos de intervención asociados a la OCM única) o
recortando los recursos destinados al segundo pilar (afectando al fondo FEADER,
que es el que financia las acciones de desarrollo rural).
Lo más probable es que, una vez
más, sea el segundo pilar de la PAC el más afectado, dada la mayor sensibilidad
política que tiene todo lo relativo al primer pilar (en concreto, los pagos
directos) y dado también que los intereses de los grupos de desarrollo rural
están peor representados en Bruselas que los de los agricultores.
No obstante, es probable que
también haya recortes en el sistema de pagos directos, e incluso algunos
cambios. Se habla incluso de extender a todo el primer pilar de la PAC el
modelo de “planes estratégicos” (similar a los actuales “programas operativos de desarrollo rural" del segundo pilar), un modelo que estaría basado en resultados y en “pagos por
bienes públicos”.
Ello cambiaría la filosofía actual de los pagos directos y los convertirían en ayudas finalistas, es decir, ayudas asociadas a resultados y ligadas a los grandes objetivos de
la UE (lucha contra el cambio climático, prevención de la erosión de los
suelos, mantenimiento de la biodiversidad, generación de empleo, cohesión
social, bienestar animal,…). Eso implicaría que los agricultores recibirían las
ayudas directas a cambio de abordar determinados proyectos de innovación en sus
explotaciones.
Hacia el final de una PAC
sectorial
Todo esto marca, en mi opinión,
el final definitivo de la política sectorial que ha caracterizado a la PAC
desde su creación. Es un final que conduce a la transición hacia una política
basada ya en una lógica territorial, alimentaria y de sostenibilidad ambiental,
y más proactiva en la promoción del desarrollo y la cohesión social de los
territorios rurales europeos.
Esto significa dejar el tema de la competitividad en manos de los agricultores y de su capacidad para desenvolverse en un mercado cada vez más abierto y globalizado, lo que tiene sus riesgos para el conjunto de la agricultura europea, ya que no todos los agricultores están en condiciones de afrontar por sí solos ese desafío.
Es por ello, que, en ese escenario, debería modificarse la actual filosofía de las ayudas directas (concedidas de forma generalizada) para concentrarlas en los agricultores que realmente las necesitan y asegurarles así la continuidad de su actividad (una especie de renta agraria de garantía), siempre a cambio de cumplir las condicionalidades antes comentadas.
Esto significa dejar el tema de la competitividad en manos de los agricultores y de su capacidad para desenvolverse en un mercado cada vez más abierto y globalizado, lo que tiene sus riesgos para el conjunto de la agricultura europea, ya que no todos los agricultores están en condiciones de afrontar por sí solos ese desafío.
Es por ello, que, en ese escenario, debería modificarse la actual filosofía de las ayudas directas (concedidas de forma generalizada) para concentrarlas en los agricultores que realmente las necesitan y asegurarles así la continuidad de su actividad (una especie de renta agraria de garantía), siempre a cambio de cumplir las condicionalidades antes comentadas.
La negociación está abierta. La
Comisión Europea ha hecho sus deberes tomando la iniciativa y presentando las
primeras propuestas para la PAC post-2020. Ahora es el turno del Consejo de
Ministros de Agricultura y del Parlamento Europeo.
Será una negociación compleja a
tres bandas (trílogos), y con la incertidumbre del resultado de las
negociaciones del Brexit, sin las cuales no se podrá aprobar el
marco financiero 2021-2027, ni, por tanto, tampoco los reglamentos de la nueva
PAC. Otro factor de incertidumbre es el cierre de la actual legislatura europea
y la celebración de elecciones al Parlamento en junio de 2019.
Todo esto hace aún más improbable
que la PAC post-2020 pueda estar en marcha en 2021 como desea la Comisión
Europea, y que se tenga que retrasar su aplicación prorrogándose unos años los actuales reglamentos. Veremos.
Una estupenda reflexión, creo que el peor escenario para España sería un PAC cofinanciada, también el primer pilar, al que se están sumando muchas voces. Por experiencia sabemos que será en el último momento cuando se decida y aunque se está diciendo que la PAC post 2020 será de un gran calado, creo que la incertudumbre, como bien señalas, se mantendrá hasta una nueva legislatura europea.
ResponderEliminarGracias Ana por leer el texto, y por tu comentario, que aprecio, ya que de esto sabes mucho.
ResponderEliminar